Analiza la relación entre cultura, comunicación y consciencia. Señala que ese fenómeno del uso perverso de la lengua tiene un evidente sustrato político y económico. Dado que el individuo toma consciencia de la experiencia al expresarla, se evidencia que el verbo tiene un efecto liberador, pero que también es susceptible a la manipulación. Las carencias llevan a los individuos a querer comunicarse, incluso señala el autor que la búsqueda de entretenimiento tiene una causa en nuestros déficit emocionales. Por todas estas razones es necesaria la crítica y revisión constante de los contenidos, el uso del lenguaje; así como a los medios que los manejan de manera malintencionada y a los poderes que subyacen tras ellos.
Este trabajo se inscribe en lo que los prácticos del trepe llaman despectivamente “filosofía de la comunicación”. Ante el uso perverso que el capitalismo y sus voceros hacen de la lengua se requiere el desarrollo de un pensamiento esclarecedor, hoy reprimido y marginado. Frente a la consigna del prohibido pensar, fomento del pensamiento crítico. Frente a la producción mercantil de la comunicación, el valor de cambio y la sumisión de las conciencias, producción de valores de uso, de comunicación para la ampliación de la conciencia (Ch. Caudwell), para el dominio del entorno, la sociedad, y el aumento de la calidad de vida para todos.