Hijos de circunstancias no siempre explícitas ni apacibles de la conciencia sensible y del oficio de vivir, estos textos datan de fechas y momentos históricos diversos. La mayor parte de ellos fueron publicados en diarios nacionales, especialmente en El Nacional de Caracas. Otros (“El verdadero nombre de las cosas” y “Los seres invisibles”) como editoriales de la Revista Nacional de Cultura cuando el autor la dirigía (específicamente en los números 322 y 323 del año 2002). Con ligeras modificaciones introducidas a raíz del referendo revocatorio del 2004, este último se publica también en las revistas Carta de América (n.° 5, 2004) de Córdoba, Argentina, y La Jiribilla de Papel (septiembre 2004), de La Habana, Cuba. La “Carta a los estadounidenses sensibles”, escrita a comienzos de 2004, se conoce por primera vez en La Jiribilla (n.° 167, 2004) y, por Internet, en Aporrea.org y Rebelión.org, reproducida luego por otros sitios de la red. “Las dos iglesias” aparece originalmente en dos entregas en el diario Antorcha del Edo. Anzoátegui (18 y 23 de enero de 1985) como homenaje al obispo brasileño Helder Cámara y a los sacerdotes y religioso(a)s que entregaron (y aún entregan) sus vidas a la causa de los humildes bajo la entonces acremente atacada Teología de la Liberación. “La segunda independencia”, escrito a fines de los años ochenta, fue publicado como parte de un trabajo mayor, El pensamiento anticolonialista de los libertadores, en la Universidadde Oriente, Puerto la Cruz, el año 1992.
Gustavo Pereira
“Escribo estas líneas menos como incierto oficiante de la poesía que como angustiado ser humano cuya sensibilidad nació y creció bajo un orden social acicateado por injusticias seculares, y que aprendió a ver en su país, más allá del paisaje luminoso y de las gentes concretas y visibles, a ciertos seres invisibles que también lo poblaban. Tan invisibles y tan numerosos y tan laboriosos y tan persistentes como las gotas de lluvia, y a quienes debo –o tal vez deba decir debemos- el papel donde escribo, el lecho donde duermo, el zapato que calzo, el plato donde como, el techo que me alberga y hasta el espíritu que me alienta.”
Gustavo Pereira