A Gustavo Pereira
He aquí al poeta que recibe en su casa el propio mar
y recuerda con alborozo el caos del azul
Qué alegría su lenguaje en paisaje de sal
y su melodía de magnolia entre huesos de arena
Sus ojos se visten de rigor
pero es la bondad quien los levanta
Él mismo se dibuja en la noche
y se vuelve sombra y silueta y aparece y desaparece
en el bullicio de obsesivas fragatas
Cómo levanta su soledad y orgullo
-Alma curtida en luz, el sol es su primer augur
Y uno se siente fresco y saludable
al volar en sus ondulantes Somaris,
ya dando vueltas a las rocas
o yendo a pico sobre la cresta efervescente.
Versos dorados,
saben a pulpa de naranja.
En todo
el vino inquieto
de una textura decantada y sublime.
Ramón Palomares
La poesía de Gustavo Pereira se labra desde la búsqueda de sentidos y sensaciones, búsqueda que parece sortear el tiempo y sellarse en la belleza, la angustia, la contemplación metafísica y la asunción de lo real. Pasajes de incertidumbre, precariedad, asombro y tristeza dan paso a la esperanza reencontrada en la piel amada, la sensualidad ontológica que sosiega la memoria y la proyecta a la eternidad. Esta obra se nos entrega para placernos en ritmos breves y cortantes, explayarnos sobre formas de largo aliento y regocijarnos en una totalidad afinada desde la palabra encontrada.