“La primitiva atmósfera quiso un día formar el océano y los componentes del agua se unieron. Con la velocidad del huracán la lluvia se precipitó sobre la Tierra todavía candente; pero apenas el planeta sintió el choque de aquel diluvio universal despertó convulso, y en torbellinos de vapor el agua tornó a las regiones del espacio.
Hubo una lucha de siglos entre el fuego y el agua. El planeta, debilitado, fue al fin vencido. Entonces se abrieron las cataratas del cielo y el agua buscó su lecho por entre los escombros de la apagada costra. —He ahí la primera gota de agua dando nacimiento al primitivo océano.
En posesión de la Tierra, las aguas pasearon sus ondas de Polo a Polo acariciando las islas de granito que con sus cimas todavía humeantes eran los lúgubres restos de aquel naufragio. La ola empezó entonces su trabajo mecánico, y con su instrumento cortante y corrosivo pulverizó la obra de los cíclopes. —Era la gota de agua, que en el fondo del océano construía el lecho de los futuros continentes, y con los despojos del granito formaba las montañas.”
La montaña de agua y otros territorios fantásticos
La montaña de agua y otros territorios fantásticos narra magistralmente los secretos inexpugnables de la geografía del mundo, haciendo particular énfasis en las llanuras, los vientos, las cumbres, las profundidades latinoamericanas y su conexión con los otros continentes. Su contenido nos arroja a las manos del dios Huracán de los aztecas, traza el serpenteante cuerpo de la cordillera andina para retratar y deslumbrar ante nuestros ojos, los más hermosos y asombrosos paisajes. Gracias al recurso literario utilizado nos transporta a esos lugares como un vuelo mitológico sobre la Tierra, donde cada relato es una radiografía y un largo canto a la naturaleza expresando su poder de creación y destrucción. En esta obra Arístides Rojas entrelaza extraordinariamente la descripción geográfica científica con la literatura.