Hay un universo maravilloso donde reinan el imaginario, la luz, el brillo de la sorpresa y la sonrisa espléndida. Todos venimos de ese territorio. En él la leche es tinta encantada que nos pinta bigotes como nubes líquidas; allí estuvimos seguros de que la luna es el planeta de ratones que juegan a comer montañas, descubrimos que una mancha en el mantel de pronto se convertía en caballo, y que esconder los vegetales de las comidas raras de mamá, detrás de cualquier escaparate, era la batalla más riesgosa. Esta colección mira en los ojos de niños y niñas el brinco de la palabra, atrapa la imagen del sueño para hacer de ella caramelos, y nos invita a viajar livianos de carga en busca de caminos que avanzan hacia realidades posibles. Está conformada por dos series: El gallo pelónLos siete mares.

Coralito

Coralito

DC2018001490

"Ese lunes, Coralito despertó más temprano que de costumbre. Cachetadas de agua lo golpeaban con insistencia meciendo su maderamen al ritmo endemoniado de los vientos de enero. Le dolían los riñones de babor y estribor. ¡Pero claro! Llevaba una semana ganando todas las competencias de regatas. Era el velero más veloz de todo el Caribe.

Coralito estaba contento. No tanto por los triunfos. Siempre los tuvo desde el día que nació en un pequeño astillero de la bahía de Cartagena de Indias. Era porque estaba solo. Su dueño había salido del país y no volvería antes de quince días. El tiempo justo para realizar un viejo sueño: ir a la capital.”

Coralito

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Yerbabuena

Yerbabuena

lfi4022016800419Edición: 978-980-14-3444-3Audiobook: lf40220168001199
Autor:
Colección: Caminos del Sur

El tiempo borra las voces
de inmediato, solo permanecen en la memoria, aunque a veces resbalan de ella para caer amontonadas en el olvido.

Yerbabuena

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La suegra del diablo y otros cuentos latinoamericanos

La suegra del diablo y otros cuentos latinoamericanos

DC2017002221
Autor:
Colección: Caminos del Sur
Categoría: Filven 2017

“Mi tía Panchita era una mujer bajita, menuda, que peinaba sus cabellos canosos en dos trenzas, con una frente grande y unos ojos pequeñines y risueños. Iba siempre de luto, y entre la casa protegía su falda negra con delantales muy blancos. En sus orejas, engarzados en unos pendientes de oro, se agitaban dos de mis dentezuelos de leche.

Quizá por esto soñé una vez que yo era chirrisca como un frijol y que estaba suspendida de un columpio de oro asegurado en una de las orejas de la tía Panchita. Yo me columpiaba y hacía cosquillas con los pies en su marchita cara, lo cual la ponía a reír a carcajadas. Ella solía decir que los tenía allí prisioneros, en castigo de los mordiscos que hincaron en su carne cuando estaban firmes en las encías de su dueña, quien solía tener tremendas indiadas.

(…)

Ella fue quien me narró casi todos los cuentos que poblaron de maravillas mi cabeza. Las otras personas de mi familia, gentes muy prudentes y de buen sentido, reprochaban a la vieja señora su manía de contar a sus sobrinos aquellos cuentos de hadas, brujas, espantos, etcétera, lo cual según ellas, les echaba a perder su pensamiento. Yo no comprendía estas sensatas reflexiones. Lo que sé es que ninguno de los que así hablaban logró mi confianza, y que jamás sus conversaciones sesudas y sus cuentecitos científicos, que casi siempre arrastraban torpemente una moraleja, despertaron mi interés”.

Carmen Lyra

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Juan Periquito en tercer grado

Juan Periquito en tercer grado

DC2018001630

“El niño, que parecía autista, la seguía mirando como si no fuera con él, cual si estuviese solo en su habitación, con una inexpresiva cara que colmó la paciencia de la empleada.

—¡¡¡Por qué no me contesta, Luis Fernando!!!—estrelló la mujer un grito contra los ojos del niño.

—¡¡¡Porque no me llamo así!!! —contestó con un berrido que retumbó en toda la casa.

—Ah no, ¿y entonces cómo se llama? —se calmó un tanto Belén al constatar que Luis Fernando, por lo menos, no se había vuelto mudo y que lo que quería era jugar un rato.

—Me llamo Juan Periquito —contestó.

Cansada de gritar y preocupada porque el niño estaba a punto de perder el transporte del colegio, Belén no quiso discutir.

—Bueno, Juan Periquito o como se llame, baje ya si no quiere irse en ayunas.”

Juan Periquito en tercer grado

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El árbol de los erizos

El árbol de los erizos

DC2019000133
Autor:
Colección: Caminos del Sur

Estudia la historia

Querido Delio: Me siento un poco cansado y no puedo escribirte mucho. Tú escríbeme siempre y acerca de todo lo que te interesa en la escuela. Me parece que la historia te gusta, como me gustaba a mí cuando tenía tu edad, porque concierne a los hombres vivos, y todo lo que se refiere a los hombres, a cuantos más hombres sea posible, a todos los hombres del mundo en cuanto se unen entre sí en sociedad y trabajan y luchan y se mejoran a sí mismos, no puede dejar de gustarte por encima de cualquier otra cosa. Pero, ¿es así? Te abrazo, Antonio

El árbol de los erizos

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Kaituco y arcilla

Kaituco y arcilla

DC2017002262

“En este momento pienso que pienso y quiero leer más y más. ¿Qué es el kaituco? Por eso quiero que también piensen en llegar a hacerse la pregunta. Que piensen en estas páginas donde quiero pensar que escribo lo que pienso, donde pienso qué es o qué no es. Pienso si esto que escribo son anécdotas o si cuentos o si no narran nada. Algo sí, mis queridos maestros, educadores, educadoras, promotores y promotoras, pienso que todos debemos pensar en que escribir es un canto lleno de sensibilidad, de honestidad, de entrega; lleno de dulces que no se venden en esos puestos de comida enferma de grasa de muchos amaneceres”


Eucario del Jesús García Rivas

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Historias de letras
Sintonía o… ¿hay un extraño en casa?

Sintonía o… ¿hay un extraño en casa?

DC2018002371Edición: 978-980-396-368-2Audiobook: If40220068004302
Autor:
Colección: Caminos del Sur

Ciudad. Gran antena de televisión sobre un edificio de apartamentos. Diversidad de colores y elementos cotidianos, contrastan con la atmósfera anterior. Los habitantes: Rafa, Yula, Libio y Yayo están entusiasmados, diríase que excesivamente, con lo que presentan sus respectivos televisores. Se escuchan entremezclados los sonidos de las distintas programaciones de televisión. Frente al edificio, desconcertado, Trin, con su traje de vendedor y su maletín, esquiva automóviles y buhoneros.

Sintonía o… ¿hay un extraño en casa?

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Como un duende en mi jardín

Como un duende en mi jardín

DC2018000667
Autor:
Colección: Caminos del Sur

“El libro está integrado por décimas, una forma poética compuesta por diez versos, con una rima y métrica características; ya lo estudiarás en la escuela. En Cuba se escribe mucho en décimas y hasta los campesinos las improvisan; lo hacen con mucha naturalidad y maestría, es como si las aprendieran a hacer a partir del murmullo del viento entre las ramas de los árboles. He clasificado mis décimas, de forma general, en dos tipos: las “juguetonas” y las “líricas”. Las primeras son algo disparatadas, divertidas, hechas con juegos de palabras.

En algunas he tratado, por ejemplo, de que en cada verso aparezca una letra siempre, como es el caso de esta: “Bonny era un búho francés / que vivía en Buenos Aires”. Como habrás notado, en los dos versos te encuentras con la letra “b”. Las “líricas” son un poco más serias, donde te cuento sobre la belleza y los misterios de la naturaleza, sobre recuerdos de mi infancia y cosas por el estilo. También incluí unas décimas sobre unos amigos que conocí en otro libro, ellos son: Cecilia, Esmeralda, Maya, Simón, Tuco y Maricusa.”


Josefina de Diego

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Juyá y Ayajuy. El dios de las lluvias y el pozo maligno

Juyá y Ayajuy. El dios de las lluvias y el pozo maligno

DC2018001529
Autor:
Colección: Caminos del Sur

“Juyá, el dios de las lluvias, había dejado en la tierra wayúu a tres de sus hijos: el primero era Patshó-Nohuí, el varón, a quien también llamaban Sucrishira que significa libélula o “caballito del diablo”, y que cuando aparece de noche, en alguna ranchería, los wayúu lanzan sobre el fuego hogareño algunas semillas de algodón y un poco de sal para alejar la mala influencia de los caballitos del diablo que están inspirados por Yarujá, el espíritu maligno.

Luego estaban las dos hembras: Sishisí, la flor del suspiro, y Aritasí, la flor del taparo, quienes eran las jóvenes hijas de Juyá y hermanas de Patshó-Nohuí. Sucedió entonces que Juyá dejó a sus tres hijos encargados de vigilar las aguas de lluvia, para que le avisaran de cualquier cosa que pasara. Confiados entonces en que su padre les mandaría el agua necesaria para la fecundación de la tierra amada, Sishisí, la flor del suspiro, y Aritasí, la flor del taparo, amanecían abiertas en dirección a Juyá, señor del invierno.”

Juyá y Ayajui

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Las hazañas de Chango Carpio y Sietecueros y más cuentos

Las hazañas de Chango Carpio y Sietecueros y más cuentos

Edición: 978-980-14-3312-5
Autor:
Colección: Caminos del Sur
Género: Juvenil
Categoría: Cuento

Da título a la presente selección de cuentos de Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, uno de los principales exponentes del criollismo en nuestro país. Chango Carpio y Sietecueros son los apodos de dos soldados desertores que viajan de regreso a sus aldeas de origen. En el camino se detienen en un solitario poblado a descansar de su larga faena. De pronto, frente a un patio lleno de gallinas, se transforman en generales, revolucionarios y estrategas temidos, luchado por la pureza de sus ideales. De esta forma, iniciarán su larga historia de aventuras, y su yunta resonará en todos los campos y caminos perdidos en las soledades venezolanas, como los más audaces guerreros de toda la historia.

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El lago del buchón Luis

El lago del buchón Luis

DC2018000677
Autor:
Colección: Caminos del Sur

“Mientras lo saludaban, un inmenso buque petrolero pasó rozando las rocas del estrecho. El buchón Luis había olvidado lo angosto y cercano que pasaban las embarcaciones por este sitio. Siguió su rumbo original y enfiló por la laguna de Sinamaica. Anhelaba llegar a su sitio preferido para comer los abundantes peces del río Limón.

Recordaba sus aguas frescas, dulces y transparentes. Pero la realidad era otra. Gran parte del río Limón estaba lleno de algas y lemna; tenía poco caudal debido a las talas y quemas en la cabecera del río.”

El lago del buchón Luis

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