
“Un universo se construye con contradicciones. Un cosmos inabarcable consta de partículas infinitesimales. Cada una está ligada al infinito de las otras por cuerdas y todas ellas constituyen quizá manifestación intermitente de la misma partícula.
Así como lo imaginario es un universo, quizá el cosmos no sea más que una vasta ficción empeñada en agotar todas las narraciones posibles. Percibimos un horizonte de los eventos tras el cual las cosas no pasan de conjetura, en el mundo físico o el mental. Vivimos en una sociedad de materias oscuras insituables, somos víctimas de energías fantasmas, eludiendo antimaterias ilocalizables cuyo mero contacto podría mutuamente aniquilarnos”.
Maraña
Maraña, conexión y superposición de lo múltiple, selva en proliferación, fecundidad desafiante, cosmos viviente, exceso de vitalidad. En Maraña nos acechan la autobiografía de la Miss, la confesión del siquiatra devorador, el discurso del diputado que promueve los casinos, masacres políticas, perros universitarios, personajes fractales que se expanden y diversifican ilimitadamente, mundos donde el arte es tan real que la gente lo toma por realidad y a esta por arte, ámbitos donde el arte transcurre por fuera del nivel de la conciencia, civilizaciones donde la tortura o el asesinato son artes y estos la única forma de conocimiento, países donde el Carnaval es perpetuo, entierros de motorizados, ciudades y seres enteramente iluminados con grafitos, chicas plásticas, mujeres objeto, hombres virtuales, computadoras exhibicionistas, ninfómanas, neuróticas e hiperquinéticas, payasos canonizados como santos: todo eso y mucho más cabe en Maraña, fiesta de la germinación y la vitalidad.