Todo 11 tiene su 13
Corría abril del año 2002. La oligarquía y la burguesía no aceptaban la nueva Constitución y el conjunto de leyes revolucionarias que el pueblo se había dado, y aún menos las políticas de inclusión social que les impedían manejar a su antojo la renta petrolera. El Presidente Hugo Chávez resistía inmensas presiones de diversos grupos de poder que perseguían su caída e incluso su desaparición física.
El Comandante se mantenía firme y sereno, buscando siempre defender el mandato que le habían otorgado millones de venezolanos y venezolanas en elecciones democráticas. Sin embargo, las fuerzas oscuras de la oposición conspiraban para dar un golpe de Estado. Ocultos tras una marcha supuestamente pacífica de la “sociedad civil”, en favor de meritócratas despedidos de la industria petrolera, montaron la trampa.
Diecinueve muertos fueron atribuidos a quienes defendían al Gobierno Bolivariano, mientras los verdaderos responsables se enmascaraban en una tupida red de mentiras creadas y transmitidas por los medios de comunicación privados a favor de los golpistas. Chávez fue secuestrado por militares traidores implicados en esa farsa contra la voluntad popular. Pero su fe inquebrantable en el pueblo no fue quebrantada.
Nunca renunció. Y la confianza del pueblo en su líder tampoco se doblegó. Así, con el apoyo incondicional de un mayoritario sector de la Fuerza Armada consciente de su deber, el pueblo retomó el control de la situación. Chávez fue rescatado y volvió al puesto de comando que le correspondía. Esa gesta nos mostró el rostro del Poder Popular, acrecentó la consciencia del valor de la Revolución Bolivariana y de la unión cívico-militar como garantía de su permanencia. Y a la contrarrevolución, que nunca descansa en su proyecto fascista, la ubicó en su madriguera. Desde entonces sabemos que en Venezuela todo 11 tendrá su 13.