“Este libro estudia los criterios de los temas subyacentes, recurrentes y pertinentes al fenómeno de construcción del objeto, que pasa del detonante poético, es decir, la representación bidimensional (la pintura), a la exploración tridimensional no programática.
La manera de mirar la arquitectura como consecuencia de la estilización puede ser válida hasta cuando en la arquitectura se reconocen prototipos: signos con referencias a un mundo real y de inspiración natural. Lo mismo podríamos decir respecto a la pintura como fenómeno, ya que, con la aparición del cubismo, las referencias figurativas objetivas poco a poco irían dando paso a un conjunto de nuevos elementos para componer: elementos cargados de nuevos significados desprovistos de anécdota.
La arquitectura es un arte simbólico; expresa nuestras ideas por medio de símbolos, indirectamente e imperfectamente, mientras que la pintura y la escultura podrían expresar nuestras ideas directamente por medio de la figura humana.
Cuando contemplamos una obra arquitectónica le prestamos nuestras cualidades humanas, nuestros estados del alma y es aquí, en este acto de identificarse, de confundirse con ella, donde se encuentra el procedimiento simbólico o asociativo. Recuerda o sugiere lo que otras artes expresan clara y directamente.”
Oscar Aguilera
Contemplar, construir, pintar son algunas de las ideas que emanan de este libro. Encontraremos en su discurso una crítica híbrida bellamente esbozada; pues hay aquí un acto filosófico, plástico y literario. Este es un aporte que el autor hace al arte y a la crítica artística desde su realidad y época actuales. Es la lectura, contemplación y obra de un venezolano sobre Los Caminos del arte, especialmente sobre el arte constructivista y sus nexos con la arquitectura, esa tejné (arte-técnica de los principios de la construcción) que se convierte en una forma de expresión plástica.