
Hacer historia de las mujeres en Venezuela presenta un recorrido no exento de escollos y dificultades. A mediados del siglo XVIII y XIX la sociedad merideña, económica y políticamente interdependiente de los circuitos comerciales, mantuvo elementos de la estructura familiar y la organización social impuesta por los colonizadores europeos, pero mezclada con formas familiares indígenas y africanas. En Amores en suspenso: rapto y fuga de mujeres en la ciudad de Mérida en los siglos XVIII y XIX, Raquel Martens utiliza los aportes de la microhistoria y la antropología para describir y analizar casos de materia civil y judicial: los primeros, bajo la denominación de disensos; los segundos, como posibles transgresiones sexuales mediante el rapto de mujeres. De estos últimos, los funcionarios solaparon la actuación de las mujeres de diferente clase social/etnia/edad, quienes utilizaron estrategias evasivas como la fuga para reclamar una emancipación y reivindicación de derechos; mientras que en otros casos, las fugas se originaron por la violencia ejercida en el ámbito privado por sus propios familiares y tutores. Este fenómeno de la fuga-rapto persiste en algunas comunidades rurales del estado Mérida como un anacronismo de índole social.
“Los hechos que se revelan a continuación permiten exponer las percepciones de hombres y de mujeres cuyas visiones se instauran en la permanencia de un modelo de dominación socioeconómica e ideológica, destinado a resquebrajarse tras la exaltación del liberalismo y de los derechos individuales en la conformación de una sociedad pluriétnica y multicultural, cuyos acontecimientos ocurridos en Venezuela a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX fue el resultado del movimiento de emancipación. Ya algunas historiadoras analizaron las teorías pseudocientíficas de corte biologista, enarboladas en contra de los derechos de las mujeres para mantenerlas subordinadas, oprimidas y relegadas en sus roles tradicionales de reproducción y producción de servicios, y algunos bienes en el ámbito privado.
Se expone, además, tras una larga trayectoria, cómo el propio liberalismo impulsó un proceso de cambio sociopolítico mediante la introducción de conceptos y discursos (los cuales involucraban la configuración de una institucionalidad expresada en la conformación-construcción incipiente de un Estado-nación), cuyos matices estaban representados en la homogeneización de la diversidad cultural y étnica, y colocaban de relieve, en la práctica, la construcción de la ciudadanía y la exigencia de derechos de amplios sectores sociales excluidos del sistema social”.
Raquel Martens Ramírez