Hay un universo maravilloso donde reinan el imaginario, la luz, el brillo de la sorpresa y la sonrisa espléndida. Todos venimos de ese territorio. En él la leche es tinta encantada que nos pinta bigotes como nubes líquidas; allí estuvimos seguros de que la luna es el planeta de ratones que juegan a comer montañas, descubrimos que una mancha en el mantel de pronto se convertía en caballo, y que esconder los vegetales de las comidas raras de mamá, detrás de cualquier escaparate, era la batalla más riesgosa. Esta colección mira en los ojos de niños y niñas el brinco de la palabra, atrapa la imagen del sueño para hacer de ella caramelos, y nos invita a viajar livianos de carga en busca de caminos que avanzan hacia realidades posibles. Está conformada por dos series: El gallo pelón y Los siete mares.
Como un duende en mi jardín
“El libro está integrado por décimas, una forma poética compuesta por diez versos, con una rima y métrica características; ya lo estudiarás en la escuela. En Cuba se escribe mucho en décimas y hasta los campesinos las improvisan; lo hacen con mucha naturalidad y maestría, es como si las aprendieran a hacer a partir del murmullo del viento entre las ramas de los árboles. He clasificado mis décimas, de forma general, en dos tipos: las “juguetonas” y las “líricas”. Las primeras son algo disparatadas, divertidas, hechas con juegos de palabras.
En algunas he tratado, por ejemplo, de que en cada verso aparezca una letra siempre, como es el caso de esta: “Bonny era un búho francés / que vivía en Buenos Aires”. Como habrás notado, en los dos versos te encuentras con la letra “b”. Las “líricas” son un poco más serias, donde te cuento sobre la belleza y los misterios de la naturaleza, sobre recuerdos de mi infancia y cosas por el estilo. También incluí unas décimas sobre unos amigos que conocí en otro libro, ellos son: Cecilia, Esmeralda, Maya, Simón, Tuco y Maricusa.”
Josefina de Diego
More info →Juyá y Ayajuy. El dios de las lluvias y el pozo maligno
“Juyá, el dios de las lluvias, había dejado en la tierra wayúu a tres de sus hijos: el primero era Patshó-Nohuí, el varón, a quien también llamaban Sucrishira que significa libélula o “caballito del diablo”, y que cuando aparece de noche, en alguna ranchería, los wayúu lanzan sobre el fuego hogareño algunas semillas de algodón y un poco de sal para alejar la mala influencia de los caballitos del diablo que están inspirados por Yarujá, el espíritu maligno.
Luego estaban las dos hembras: Sishisí, la flor del suspiro, y Aritasí, la flor del taparo, quienes eran las jóvenes hijas de Juyá y hermanas de Patshó-Nohuí. Sucedió entonces que Juyá dejó a sus tres hijos encargados de vigilar las aguas de lluvia, para que le avisaran de cualquier cosa que pasara. Confiados entonces en que su padre les mandaría el agua necesaria para la fecundación de la tierra amada, Sishisí, la flor del suspiro, y Aritasí, la flor del taparo, amanecían abiertas en dirección a Juyá, señor del invierno.”
Juyá y Ayajui
More info →Las hazañas de Chango Carpio y Sietecueros y más cuentos
Da título a la presente selección de cuentos de Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, uno de los principales exponentes del criollismo en nuestro país. Chango Carpio y Sietecueros son los apodos de dos soldados desertores que viajan de regreso a sus aldeas de origen. En el camino se detienen en un solitario poblado a descansar de su larga faena. De pronto, frente a un patio lleno de gallinas, se transforman en generales, revolucionarios y estrategas temidos, luchado por la pureza de sus ideales. De esta forma, iniciarán su larga historia de aventuras, y su yunta resonará en todos los campos y caminos perdidos en las soledades venezolanas, como los más audaces guerreros de toda la historia.
More info →El lago del buchón Luis
“Mientras lo saludaban, un inmenso buque petrolero pasó rozando las rocas del estrecho. El buchón Luis había olvidado lo angosto y cercano que pasaban las embarcaciones por este sitio. Siguió su rumbo original y enfiló por la laguna de Sinamaica. Anhelaba llegar a su sitio preferido para comer los abundantes peces del río Limón.
Recordaba sus aguas frescas, dulces y transparentes. Pero la realidad era otra. Gran parte del río Limón estaba lleno de algas y lemna; tenía poco caudal debido a las talas y quemas en la cabecera del río.”
El lago del buchón Luis
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