Jacqueline Clarac de Briceño (Antillas Francesas, 1932)
Es antropóloga (UCV, 1967) y doctora en Antropología (École ses Hautes Études en Sciences Sociales, París, 1979). Fundadora del Museo Arqueológico de la Universidad de Los Andes, y de la Maestría en Etnología (mención Etnohistoria), ULA. Ha promovido experiencias comunitarias para la creación de Museo de Lagunillas, el Museo de Timotes y el Parque Paleoarqueológico Llano del Anís.
Fue profesora de la UCV, de la Universidad del Zulia, y del Centre National de la Recherche Scientifique (EHESS, París). Ha sido asesora de la comisión Indígena de la Asamblea Nacional, de la Subcomisión de Cultura de la Asamblea Nacional y del Programa de Demarcación Territorial para Grupos Indígenas del estado Mérida.
Recibió el Premio Libro de Oro, ULA, 1988; compartió con otros autores el Premio Internacional Unesco (1993) al mejor libro en español: Dioses, musas y mujeres. También ha publicado: La cultura campesina en los Andes Venezolanos, El lenguaje al revés, Dioses en exilio, La enfermedad como lenguaje en Venezuela, y La persistencia de los dioses. Y últimamente coordinó el Doctorado en Antropología de la ULA.
La cultura campesina en los Andes venezolanos
“Esos hombres y mujeres son integralmente humanos a pesar de la explotación y de las injusticias que han sufrido y sufren, y como tales han seguido siendo creadores de cultura, lo que justamente los hace dignos de admiración y respeto. Cambiar solo la estructura económica propiciaría la continuación de las injusticias con respecto a esas gentes, ya que sería seguirles imponiendo, desde la ciudad por supuesto, una organización que, si bien suprimiera la explotación económica, no necesariamente garantizaría la desalienación cultural. Mis investigaciones sobre el campo venezolano no constituyen un mero “estudio de comunidades”. No tendría sentido en efecto estudiarlas “en sí”; lo que quiero es hacer ver los resultados de este estudio sobre la problemática cultural venezolana, así como sobre la de otros países latinoamericanos.”
Jacqueline Clarac de Briceño
More info →Dioses en exilio
“Recojo el término en el título de mi libro, ya no para indicar a los dioses africanos exilados en América, aunque encontraremos también a algunos de ellos en la cordillera de Mérida, sino para referirme a los dioses americanos autóctonos, exilados en otra cultura, en su propia tierra. Ignoraba yo su existencia cuando llegué a Mérida en el año 1971, los descubrí en mi trabajo de campo, a veces bien disfrazados para no ser detectados… Los desvelo aquí un momento para reconocerlos, para comprender su naturaleza y su origen, para comprender también a los hombres que los han creado y que los han escondido; pero luego los dejaré regresar a sus disfraces, a sus escondites en los páramos, en las lagunas, en las capillas…”
Jacqueline Clarac de Briceño
More info →La persistencia de los dioses
"Gracias a las contradicciones encontradas en el sistema conceptual, así como entre este y la práctica social, pude reconstruir la estructura social, la estructura mítica y la práctica religiosa del pasado; es decir que logré hacer una reconstrucción utilizando únicamente los hechos antropológicos del presente. Me pareció interesante e importante, sin embargo, para una mayor exactitud científica, procurar controlar los datos etnológicos, especialmente aquellos que concernían a la reconstrucción histórica, mediante los documentos históricos existentes; es decir, realizar un estudio de tipo histórico, que vendría a completar con otra metodología, o que vendría a destruir con esta metodología, lo que yo había reconstruido sin la ayuda de la historia. Pero descubrí entonces que la metodología histórica todavía no se había aplicado al estudio del pasado andino y que todavía quedaba por escribir la historia y, por supuesto, la etnohistoria, de esta región de la Cordillera"
Jacqueline Clarac de Briceño
More info →El águila y la culebra
“Él aprendió a nunca pasar de noche debajo del maitín, aprendió a respetar las aves de la laguna, a no enfadar a la gran culebra, también aprendió el lenguaje del agua y de los aires, con el cual se puede mandar a estos, se puede hacer llover, parar el granizo y el trueno u ordenar a la tempestad que se vaya bien lejos. También aprendió a mirar el arcoíris y a preguntarle por el tiempo."
El águila y la culebra
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