MUY TRISTE, MUY TRISTE
Cuando llega EL PRESIDENTE dice:
“Aduladme, que hoy estoy triste.
Buscad a ese guitarrista que me compone
los nervios.
Es que hoy estoy muy triste.”
El Mandarín se retira
a sus habitaciones interiores
diciendo:
Muy triste,
muy triste.
Y se agarra la oreja
y dice:
Muy triste,
muy triste.
Y se agarra la barriga
y piensa
en la tristeza.
Se pasa el pañuelo
por la frente
y dice:
“Todos dicen que es mentira que los
quiero”.
Cuando está con su amigo El Yanqui,
Dentro de su gran gozo,
se le rebrotan los labios,
siente escalofríos de emoción.
Se le nubla la vista
y se siente con deseos de amor,
muy triste,
muy triste.
“Duerme usted, señor presidente?, de Caupolicán Ovalles no son coplas de amor que se van a recitar suavemente al oído amado. Contextualizado y descontextualizado entre múltiples interpretaciones, surge el texto introductorio de Adriano González León para acercarnos honestamente a una obra de tal envergadura.
La voz que nos conducirá ahora goza de la posición del que nada tiene, excepto el magma, la palabra. El poder, justamente el poder acelerado, la ciudad acelerada, la muerte acelerada, es el arpón contra este “pez gordo”. El poeta es causa y efecto de la convulsión de sus tiempos. De allí que la gura presidencial de este poema ostente históricamente a Rómulo Betancourt en su representación más fiel. Por ello, la escritura y publicación de este libro en el año de 1962 le valió el exilio a Caupolicán y la prisión a su prologuista original, González León.
Sin embargo, la vigencia de esta obra no reside en los personajes que logren encajarle en la actualidad, sino en la cadencia corrosiva que aún desprenden sus sentencias. El cuestionamiento de Duerme usted, señor presidente? sobre la figura más emblemática de mando no siempre es a la persona en sí, sino a aquellos que parecen tener siempre el poder económico.”
Deisa Tremarias
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