
En todo joropo encontramos, por ejemplo, el zapateo, el valseado y la rítmica en tres tiempos y sus compuestos. Sobre esta diversidad musical, estética y hasta ideológica, en consecuencia, cultural, del joropo como fiesta relacionada con la faena, y más allá, con la esencia misma de la vida, profundiza Rafael Salazar a lo largo de estas páginas para disfrute de sus lectores.
El joropo es una construcción colectiva en la que intervienen ritmos, sonidos y formas españolas, africanas, árabes e indígenas. El autor retrocede algunos siglos hasta Europa y Asia para buscar antecedentes en bailes y cantos como el fandango, la zarabanda o el villancico e instrumentos como el laúd, la lira o el kemenchá. Aunque existen variantes del joropo según las regiones (llanera, central, oriental, andina, entre otras), una manifestación cultural es nacional cuando alcanza todo el país, adaptándose a sus formas expresivas.