"El libro alcanza niveles de maestría pedagógica (valga la aparente redundancia) que lo hacen un material apropiado para quienes están interesados en el estudio del lenguaje popular y sus expresiones artísticas. De principio a fin, pero sobre todo en la segunda mitad del libro, aparece el hilo conductor de Dámaso Figueredo, el cultor que viene a ser como un alter ego del autor, su guía por terrenos complejos, un cable a tierra que incluso un llanero auténtico como Gino González necesita para que la reflexión no se vuelva demasiado teórica".
Clodosvaldo Hernández
En esta parte de la obra se presenta a Figueredo de múltiples maneras, desde una reseña biográfica hasta un exhaustivo análisis de sus temas. González explica que la obra de este Dámaso Figueredo, y de su personalidad misma, es un punto desde el cual puede verse la cristalina verdad de los cultores que crecen como el monte en la sabana, y al mismo tiempo analizar el proceder de quienes han pretendido, por un lado, imitarlos y, por otro, diferenciarse de su estilo “demasiado campesino”. Así se logra un escaneo bastante completo del género musical y sus tendencias.