¿Qué sería de las tablas teatrales y de la pantalla grande venezolana sin el legado de Rodolfo Santana, uno de los más importantes dramaturgos y directores de teatro en Venezuela?

En palabras de su colega y gran amigo Néstor Caballero, Premio Nacional de Cultura 2012: “Él desarrolló lo que pocos dramaturgos logran: una estética… Una estética del desamparado, del marginal, del que siempre ha sido obstruido… Dejó obras maestras que perdurarán. No hay un solo año en que una pieza de Rodolfo no sea estrenada. Nunca se guardó los conocimientos ni la experiencia a la hora de dictar un taller”.

Escribió más de ochenta piezas que han sido traducidas a diversos idiomas y personificadas en Latinoamérica y Europa. Por lo atractivo de sus contenidos sus obras teatrales se han mantenido activas en los teatros venezolanos hasta la actualidad.

Sus trabajos giran en torno a una reflexión detenida, pero con la impronta humorística característica de los venezolanos, sobre aspectos como la problemática social, el poder político, influencia de los medios de comunicación, lingüística, la cultura y la humanidad del pueblo latinoamericano en general.

Su evolución

Santana vio la luz del mundo bajo el calor de Guarenas, estado Miranda, el 25 de octubre de 1944, pero se convirtió en petareño de crianza. Su vena artística afloró a los 15 años con la redacción de cuentos y novelas breves. A los 19 años se unió a grupos de teatro en Petare, donde inició su carrera dramatúrgica.

La obra La muerte de Alfredo Gris dio inicio a los reconocimientos que le fueron otorgados por sus dotes artísticos al hacerlo ganador del Primer Premio en el Concurso de Dramaturgia de la Universidad del Zulia. En esa ocasión logró una mención de honor con la obra Los hijos del Iris, y un año más tarde, en la siguiente edición del mismo concurso obtuvo el segundo premio con su obra La ordenanza.

Entre los posteriores galardones que obtuvo destacan: el Premio Nacional de Teatro, con la obra Barbarroja; Premio “Juana Sujo” a la mejor obra del año por su obra El sitio; mención de honor con la obra Tarántula en el Premio Internacional “León Felipe”; el Premio “Juana Sujo” a la mejor obra por el montaje de su obra La farra; el Premio Nacional de la Crítica a la mejor obra por el espectáculo experimental llamado “El Gran Circo del Sur”; y, finalmente, obtuvo en Cuba el Premio Casa de las Américas en la mención teatro por Ángel perdido en la ciudad hostil.

En 1970 comenzó a dirigir el Teatro Universitario de Maracay, dependiente de la Universidad Central de Venezuela. En 1974, fundó el Laboratorio de Investigación Teatral, adjunto a la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia. En Maracaibo, dirigió obras de calle y teatro de cámara.

El inicio de su participación en la pantalla grande se dio en 1975 con una intensa actividad como guionista al trabajar con el director venezolano Clemente de la Cerda; allí escribió los guiones de los filmes El reincidente (1975), El crimen del penalista (1976), Compañero de viaje (Premio Municipal al mejor guión cinematográfico, 1979) y Los criminales (basado en obra teatral de su autoría; 1981).

También trabajó como director de arte en el rodaje cinematográfico y la dirección del Grupo Teatral Cobre. Para Mauricio Wallerstein, cineasta mexicano radicado en Venezuela, escribió el guión del largometraje La empresa perdona un momento de locura (1978), basado en su obra de teatro y protagonizado por el cantautor venezolano Simón Díaz.

Entre sus últimos trabajos se encuentran los guiones de la telenovela Amores de Barrio Adentro (2004) y del filme El Caracazo (2005), ambos bajo la dirección de Román Chalbaud. Santana murió el 21 de octubre de 2012 por complicaciones de salud.

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