Héctor Eduardo Bello, conocido cariñosamente como El Chino, fue un poeta, narrador, diseñador gráfico, editor, actor y director de teatro. Ejerció la docencia en la Escuela de Arte Dramático del estado Aragua en las especialidades de Teoría y Técnicas de la Actuación e Historia Social del Teatro. Se desempeñó como editor en varias editoriales, entre ellas: Ediciones Holguín, La hoja de la Calle, Actor Producciones y Fundación Editorial El perro y la rana.

Bello fue coordinador editorial de la Red Nacional de Escritores de Venezuela, capítulo Aragua. También trabajó en el Módulo de Talleres de la Fundación Editorial El perro y la rana. Fue actor de planta de las agrupaciones “Minotauro”, “Marionetas de Aragua” y “Teatro Estable de Maracay”. Actor invitado de las agrupaciones “Teatro la Comedia” y “Taller del Método” (Caracas-Valencia). Fue diseñador para la Secretaría Sectorial de Cultura de Aragua y para el Grupo “Senderos Literarios” de la ciudad de La Victoria. Parte de su obra se encuentra publicada en periódicos y revistas literarias del país.

Héctor Bello vivió sus primeros años en las Terrazas de Caricuao, lugar al que siempre se referiría con nostalgia. Realizó sus primeros estudios entre la Escuela Daniel Navea, el Colegio Católico San Martín y el Colegio San Agustín, de la UD-4, en Caricuao.

En su autobiografía Silabario, El Chino comenta que “Emma me llevó de la mano, literalmente, al Colegio San Martín, donde todo iba a cambiar. Ya no volvería a ser el mejor alumno de la clase, ni el más inteligente, ni el de la letra más bonita, sino un anónimo, el timidísimo muchacho con un fuerte complejo de inferioridad entre dos fuegos: uno de carajitos que se burlaban de mí porque vivía en Caricuao, y otro de grandes carajos que se burlaban de mí porque estudiaba en un colegio de burguesitos.

Luego de abandonar sus estudios en el liceo, trabajó con unos alemanes en la Administradora SACCO (Sociedad Anónima de Crédito y Comercio), de la Volkswagen, donde “llevaba el control de todos los CVRD (Contratos de Venta con Reserva de Dominio) de las cuentas del interior, y distribuía todas las letras de cambio que vencían mensualmente. El sistema de archivo era numérico y me aprendía de memoria el número de las cuentas más importantes”. (ibíd.)

En 1975, con catorce años de edad, abandona la casa que lo vio crecer para mudarse a un apartamento en la urbanización Caricuao. A principios de los 80 acude a la Universidad Simón Rodríguez (CEPAP) para realizar su primer taller, facilitado por el poeta Jorge Nunes: “Taller de Creatividad y Literatura” (CRELIT). Es en esa época conoce a Julio Valdez y al poeta Ángel Malavé.

Al año siguiente llega a Maracay, estado Aragua. Este mismo año publicaría sus primeros textos en la revista Formas, del Centro de Experimentación para el Aprendizaje Permanente (Cepap). En Aragua trabajó como Promotor de Centros de Educación Popular, programa piloto que no pudo concluir, una vez que asumió la coordinación del Teatro Estable. De su paso por UVCEP y CESAP (módulos de estudio de la Universidad Simón Rodríguez) es importante destacar los Talleres de Educación Popular en Pozo de Rosas y su actividad docente en el Colegio Decroly y en el barrio El Limón, de Maracay.

En 1983, junto a su mejor amigo, el también escritor y poeta Eleazar Marín, publicó la revista Muro de Sueños, que nació en los pasillos de la Universidad de Carabobo y que después sacaría en veintiséis entregas semanales, a manera de página literaria, en el Diario El Aragüeño.

Durante sus estudios en la Escuela de Arte Dramático, Héctor fue instructor de teatro en el Centro Penitenciario de Tocorón y profesor de teatro del Liceo Santos Michelena, de Caña de Azúcar (Aragua). Allí conoció a la escritora y poeta Agustina Ramos y trabajó con ella, publicando Alcantarilla, número único, y Lejos de la Jaula, selección de poemas de Zoraida García.

En 1985 actuó junto con Eleazar Marín en El irlandés astrólogo, de Luis Seonane, y en La vida del maldito, de José Antonio Ramos Sucre, dirigiendo por primera vez una obra. Este mismo año egresa de la Escuela de Arte Dramático del estado Aragua y ejerce la docencia en la Escuela Básica Santos Michelena, de Maracay.

En 1986 publicó en la antología Ciudad satélite (muestra de la poesía en Caricuao, Editorial Ronquera). En 1989 comparte nuevamente escenario con su entrañable amigo Eleazar en El Tirano Aguirre o La Conquista de El Dorado, de Luis Britto García.

En 1991 regresa a Caracas; antes se ha pasado un tiempo en Barquisimeto y Puerto Ayacucho. En Caracas trabajó por primera vez en televisión. Empezó haciendo la producción de una obra de Ibrahim Guerra, Labios de luna llena, que nunca montaron pero que le dio la oportunidad de conocer al encargado de casting del canal de televisión venezolano RCTV. Logra pasar la prueba y trabaja en la telenovela El Desprecio, como fiscal de tránsito, en un solo capítulo. Más adelante, lograría trabajar en unitarios como Archivo Criminal, y en la telenovela Por estas calles, en RCTV.

En 1995 logra uno de sus mejores trabajos, en la telenovela Ka Ina (Venevisión), y en 1996 recibe de parte del Consejo Nacional de la Cultura (Conac) una beca por escribir un libro. También ejerce la docencia de la Escuela Básica Ramón Díaz Sánchez, hasta el año 2000.

En 1997 dirige la grabación de unos videos que incluían A la Diestra de Dios Padre” de Enrique Buenaventura. Este mismo año la Secretaría de Cultura del Estado Aragua, bajo la coordinación del narrador Alejandro Ramírez, lo incluye en la antología Narrativa de Aragua (1970-1996), uno de los libros más importantes editados en el estado, que recoge una muestra significativa del trabajo creador de los narradores de la región.

En 1998 regresa nuevamente a Maracay. Convoca y dirige a cuarenta actores y actrices que habían sido elenco del Teatro Estable de Maracay y coordina la grabación de varios videos, en la reposición de las principales obras del grupo.

En el 2000 abandona la Escuela Básica Ramón Díaz Sánchez y pasa a ser profesor de la Escuela de Arte Dramático del estado Aragua, en las cátedras de Teoría y Técnicas de la Actuación e Historia Social del Teatro.

En 2001 la Secretaría de Cultura del Estado Aragua, esta vez de manos de la escritora uruguaya Beatriz Mester, lo incluirá en la antología Muestra de Mini-Ficción Aragüeña (1979-2000). Este libro, editado en Aragua, será el primero que reconocerá en Venezuela la importancia de este género (el mini cuento), que comienza a tomar auge a partir de los años setenta del siglo XX.

En 2003 edita, bajo su sello Actor Producciones, Los frutos del sol, Antología de la poesía oriental de Cuba, en alianza con la Editorial La Hoja de la Calle. Sobre esta publicación, Héctor cuenta “Eleazar había ido para Cuba en el 95, a una Romería de la Cruz de Mayo. La invitación la gestionó Rosa Elena, la mamá de mi hija Melissa. Una vez allá compiló todo el material con que ensamblaría Los frutos del sol, antología poética del Oriente de Cuba. Concluimos la edición en 2003, con aportes del Consejo Nacional de la Cultura. Nos fuimos para Cuba al año siguiente con 250 ejemplares, que donamos en mayo a los poetas de Holguín. Acordamos para diciembre la coedición de El Hacha y la Diosa. (ibíd.)

En 2004 asume junto al escritor Eleazar Marín la edición de dos importantes obras: El valle en dramas y El hacha y la diosa, ambas de dos tomos cada una. Sobre la primera, El valle en dramas, antología del teatro aragüeño, editada con el auspicio del Fondo Editorial de la Secretaría de Cultura del Estado Aragua, Héctor comentará: “El valle en dramas es un hermoso juego de palabras. Así titula Eleazar Marín su antología de la dramaturgia aragüeña. Es una deliberada remembranza de El llano en llamas (donde cunde la muerte), sólo que en los valles de Aragua la vida abunda” (ibíd.).

En cuanto a la segunda, El hacha y la diosa, publicada en convenio con Holguín Editores (Cuba) y Actor Producciones (Venezuela), es el producto de una hazaña que el poeta y editor Héctor Bello describe de la siguiente manera: “Hoy, cuando contamos que nos fuimos a Cuba ‘en cola’, o entonces, cuando decíamos en Cuba que habíamos viajado en ‘una botella’, es y era preciso explicar el Milagro de las Misiones. Pero milagro que se explica, Eleazar, deja de ser milagro”. (ibíd.)

Héctor invirtió la plata del subsidio (el aporte del Conac en 2004 para las editoriales alternativas) en media tonelada de papel, y la donó, sin fórmula de juicio, al Estado cubano. “En el primer viaje a Cuba mediaron panas como José Javier Velarde (que nos dio el pasaje) y Esteban Sánchez (que nos prestó dólares)” (ibíd.).

A mediados de 2007 empieza a trabajar con la Fundación Editorial El perro y la rana. Fue coordinador de la Imprenta de Aragua durante 15 días, y por razones burocráticas terminó siendo el diagramador de la imprenta regional. Este mismo año el Teatro Estable de Maracay le invita a trabajar en la obra La larga noche del General, de J. F. Chapman, en la que interpreta a Francisco de Miranda. La obra es llevada a escena (luego de muchos altibajos) en las ciudades de Punto Fijo, Caracas y Maracay.

En el año 2008, y con el apoyo de sus amigos más cercanos, logra por fin culminar el bachillerato. Este mismo año se reúne en Guarenas, en las instalaciones de la Imprenta de la Cultura, con todos los integrantes del Sistema Nacional de Imprentas, para ser facilitador del primer taller a nivel nacional de edición de libros en máquinas risográficas.

En 2009 pasa a trabajar directamente en la Coordinación del Sistema Nacional de Imprentas de la Fundación El perro y la rana, como asistente de Elizabeth Verde, coordinadora del Sistema Nacional de Imprentas.

El 28 de junio de 2010, día Nacional del Teatro, terminó de ensamblar Alteraturas, libro autobiográfico.

En 2011, la Fundación Editorial El perro y la rana publica Alteraturas. Sobre este libro el poeta Manuel Cabesa escribe “Lo primero que llama la atención es que, bajo el sonoro título de Alteraturas, nuestro recordado amigo Héctor Bello colocara la siguiente acotación: “Comedia en tres jornadas y un epílogo”, cuando en realidad se trata de un poemario, y no una pieza teatral, como hace suponer la engañosa oferta del subtítulo. Y un poemario de alta factura, debo decir. En Alteraturas conviven dos elementos primigenios: poesía y representación. La poesía como vehículo para desarrollar el tema de la pasión que siente nuestro autor por el teatro. Pero la teatralidad que se refleja en estos poemas no es la que pertenece al concepto de espectáculo, sino a lo que hay detrás de él, que no es otra cosa que la vida misma: la vida como drama o comedia”.

En teatro infantil trabajó en Comecuentos, de Oliva Torres, con el Grupo “Minotauro”, y en la Princesa Micomicoma, con “El Mundo de las Tablitas”, dirigidas por Xiomara Benites y Juvenal Reyes.

Dotado con una voz grave de excelente dicción, de ingenio agudo y un extraordinario carisma, fue un enamorado irreductible, lo que le llevó como a los marineros a tener muchos y grandes amores que, en consecuencia, le hicieron ser padre de siete hijos con diferentes damas.

Héctor Bello se fue a los 52 años, el jueves 9 de mayo de 2013. Estaba en la ciudad de Barquisimeto realizando los trámites para una cirugía del corazón que debía hacer con urgencia.

Por Yadira Pérez.

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