
En sus obras denuncia las grandes mentiras con las que los poderes terrenales y celestiales relegan a los desplazados y excluidos. Con audacia, encuentra belleza y profundidad en el lenguaje de la miseria.
Con pinceladas expresionistas nos recuerda los esperpentos de Valle- Inclán, sabe proponer fuerzas para la esperanza y la poesía, a pesar de la resignación y de las vidas truncadas de sus personajes que se preguntan cada mañana: "¿Dónde nos ponemos a pensar, que no esté la pobreza arrimada?".
La dramaturgia de Claudio Castillo se corresponde con su ética y su práctica como artista comprometido con las luchas populares, y podemos entenderla dentro del proceso creador de un ser vital que supo explorar diversas disciplinas artísticas, con las cuales alimentó su visión de un teatro totalizador que brinda voz al hombre y a la mujer de la calle.