
“Un poder sustentado en la violencia debe, necesariamente, violentar el pasado. Presentar e inculcar como historia, no lo que ocurrió, sino una interpretación de lo ocurrido que al poder le interesa que sea interiorizada como ideología. De esta manera enfrentamos una dicotomía entre esta historia, la Historia Oficial, y lo que muchos denominamos memoria popular, la que conservan los miembros de las clases subalternas, los marginados o los no tenidos en cuenta.
(…)
También en el caso de Venezuela las mentiras del poder, las fábulas y falacias que quieren hacer tragar —lo que intento recordar en este libro— son tan ostentosas y absurdas, tan grotescas en relación con lo que uno ha sabido por los medios de información independientes, que me malicio, no sólo tienen la finalidad de disfrazar lo acontecido, se busca además que la gente caiga en cuenta, más o menos subliminalmente, de que el poder del poder es tanto, que incluso está facultado para intervenir en los propios recuerdos personales de lo más inmediato; sería la suprema demostración de que el poder es total y todopoderoso.
Cuando esto se junta con una violencia asesina, las víctimas de la mentira son los sobrevivientes, particulares o generales, que deben padecer las infamias que sobre sus deudos han mandado creer quienes los eliminaron.”
Miguel Izard
Es un texto donde se pone de manifiesto una gran capacidad investigativa, principalmente en el área hemerográfica. Esta función se plasma en la búsqueda profunda realizada por Miguel Izard en la prensa venezolana respecto de sus dos temas centrales y objetos de estudio: la mentira y la muerte mediante el poder. Sus propias palabras, en 1989, escritas desde Barcelona, España, dan cuenta del contenido del texto y de la posición de Izard al respecto: “Fui testigo de las matanzas, la de El Amparo, a finales de octubre de 1988 y la de la semana trágica, a principios de la marzo de 1989 [el Caracazo]… Seguía los acontecimientos gracias a la excelente prensa venezolana y mi perplejidad no cesaba de crecer oyendo la versión oficial, totalmente divorciada de lo que iba sucediendo”.
El lector tiene en esta obra el recuento de cuanto dijo la prensa en esos días; reseñas tomadas por el autor para entregarnos en dos partes centrales el resultado de su investigación: “Luchar contra el olvido”; lo que dijo la prensa desde el domingo 30 de octubre de 1988 hasta el lunes 27 de febrero de 1989; y “La semana trágica”, que nos trae el recuento a partir del jueves 2 de marzo de 1989 pues “durante un par de días no salieron periódicos, radio y televisión prácticamente dejaron de informar o enmudecieron”.