Yesenia Galindo tiene once años trabajando como correctora en nuestra casa editorial. Es una joven amable que te recibe con una gran sonrisa. Vive en San Antonio de los Altos pero la distancia no la desanima: la música es una buena compañía. Está dispuesta a colaborar con el que lo necesite, en ella se encuentra apoyo y disposición.  Se nota lo cómoda que está en su trabajo y refleja la tranquilidad de un monje zen. Yesenia es una de las personas que intervienen en la ruta editorial, en esta entrevista nos cuenta cómo se relaciona su vida y su oficio, la manera en que el proceso de corrección y revisión de los textos contribuye al resultado final: el libro. Ella es una de “Las voces del libro”.

Armaray Mijares: ¿Qué busca un corrector?

Yesenia Galindo: Como correctora, busco que el texto esté lo más limpio posible de errores ortográficos y sintácticos, y su lectura sea fluida, entendible y accesible a todo tipo de público, siempre respetando y tomando en consideración el criterio y la intención del autor de la obra. Por otro lado, el corrector también busca crear y mantener buenas relaciones con el equipo de trabajo; la comunicación entre el editor, el autor y el diagramador es indispensable para obtener como resultado un libro satisfactorio para todos.

AM: ¿Qué te llevó a ejercer como correctora?

YG: Siempre me llamó la atención el mundo editorial. Yo me gradué como licenciada en Letras, y no había tenido la oportunidad de conocer todo el proceso que conlleva la elaboración y publicación de un libro. Recuerdo que cuando ingresé a la editorial, me sentí muy feliz porque, por fin, iba a ejercer mi carrera y aprender sobre el ámbito editorial; al mismo tiempo, sentí que era el lugar adecuado, donde, en verdad, pertenecía, porque  estaba rodeada de las artes, la cultura, la música, la literatura…

AM: ¿A partir de tu experiencia, ¿cuál crees que debería ser la formación básica de un corrector?

YG: Conocer la gramática y la ortografía, considero que es lo fundamental, así como estar actualizado de las novedades ortográficas de la lengua. También mencionaría la pasión y la motivación del corrector, ya que le permitirá disfrutar mucho de su trabajo; y si además posee un bagaje cultural, esto le ayudará a acercarse y corregir cualquier tipo de texto. En verdad, considero que estos elementos son importantes para el perfil del corrector.

AM: Definirías la corrección profesional como un oficio, una profesión o un arte?

YG: Yo diría que tiene de los tres. Considero que es un arte porque el corrector forma parte de esa creación literaria, en el sentido de que uno colabora con el autor en facilitar la interpretación y poder plasmar su idea en la obra, y para que su mensaje llegue eficazmente al lector. También es una profesión por todos los conocimientos previos que uno adquiere, por ejemplo, en mi caso, en la carrera de Letras, adquirí conocimientos sobre lingüística, análisis literario, gramática, morfosintaxis, literatura, entre otros, y gracias a esos años de preparación, me permitieron construir la base para poder corregir una obra. Y es un oficio, porque también se aprende en la práctica. En los textos, uno consigue casos y temáticas que, en la teoría y en la carrera de Letras, no te prepararon para eso, simplemente porque es algo nuevo, aunado al hecho de que la lengua es dinámica y se va transformando a medida que transcurre el tiempo, así como la sociedad también va cambiando. Entonces, en el oficio como corrector uno también se va transformando acorde con las necesidades de la lengua, de la sociedad y de la misma tecnología, por ejemplo, con respecto a este último caso, el ver un libro digital, sea pdf interactivo o un ebook, implica una innovación para el corrector, y lo motiva a seguir aprendiendo nuevas herramientas para corregir ese tipo de libro.

La fiesta literaria de Venezuela

AM: Como cada año, en noviembre se celebrará la 14 Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), ¿cómo es la preparación para esta fiesta literaria?

Cada vez que se acerca el evento de la Filven, la editorial se maneja con un cronograma de trabajo, donde establece cuáles son los libros prioritarios a publicar. Uno como corrector está preparado para las contingencias y para cumplir con el plazo de las entregas; y en caso de que se presente algún inconveniente, el corrector puede informar a sus coordinadores cuáles fueron esos problemas presentes en la obra y proponer nueva fecha de entrega con su debida justificación. Por otra parte, tengo recuerdos muy bonitos de las Filven de otros años, ya que colaboré con el departamento de Comunicación como guía turística de los autores invitados, como protocolo y productora de algunas actividades de promoción de lectura en el pabellón infantil y como promotora de los stands de la editorial. En verdad que he disfrutado mucho de los eventos de la Filven y más esa camaradería que se forma al trabajar en equipo.

AM: La FEPR tiene el plan de formación “Editorial Escuela” para impartir conocimientos sobre el área editorial, ¿cómo fue la experiencia de ser facilitadora del taller de formación de corrección?

YG: Fue una experiencia maravillosa. Facilitar el taller de corrección definitivamente fue una danza para mí, porque implicó ese interactuar con el público y romper con esa convencionalidad y distancia que algunas veces el orador establece con los oyentes. El simple hecho de preguntarles qué piensan y qué saben de tal aspecto hizo que surgiera una conversación, y a su vez esto permitió que se creara una confianza para hablar de nuestras experiencias como correctoras. Fue muy grato contar con el apoyo de Yessica de La Cruz, colega que ha facilitado en años anteriores ese taller, y considero que su presencia también ayudó a que el taller fuese más ameno. Por lo tanto, facilitar un taller es un reto sabroso, porque implica conocer a tu público y que ellos te conozcan a ti, y el poder aprender mutuamente. Como facilitadora yo aprendí de ellos, de sus motivaciones, inquietudes y errores, y el tomar en cuenta las sugerencias y necesidades de los participantes también es un  material valioso para mejorar los talleres y mi rol como facilitadora. Por lo tanto, esta experiencia fue muy bonita, enriquecedora, muy gratificante y además con cosas nuevas por aprender.

AM: Una muestra de la política inclusiva en la editorial es que en la página de créditos aparecen los nombres del responsable de cada área de la ruta del libro. ¿Qué opinión tienes al respecto?

YG: Me parece gratificante ver los nombres de cada persona que pusieron su grano de arena para “modelar” ese libro; es una gran alegría el ver la obra terminada, ya publicada, y más cuando uno, como correctora, le ha puesto cariño, energía y ganas a ese libro. Hay obras con las que uno se encariña, y ver el producto final no tiene precio, como diría aquel famoso comercial. Además que esa política de inclusión es una manera de dar a conocer nuestro trabajo ante el mundo; en pocas palabras, es nuestro portafolio.

El coaching como herramienta para ser mejores

AM: El coaching es una disciplina para el desarrollo individual y profesional. ¿Cómo lo vinculas con tu trabajo de corrección?

YG: Yo prácticamente estoy en modo coaching todo el tiempo, y por supuesto se ve reflejado en mi trabajo. Lo importante es siempre tener esa actitud de aprendizaje, porque siempre hay algo nuevo que aprender, y estar consciente de que uno no es perfecto ni infalible en el ámbito de la corrección; las equivocaciones existen y forman parte del ser humano; y si uno se equivoca en las correcciones de un libro, asumir las consecuencias y aprender de ellas. Si no me equivoco, ¿cómo aprendo? Gracias al coaching, he aprendido a hacer peticiones y cumplir con el ciclo de las promesas; una de ellas fue facilitar varios talleres sobre las distinciones ontológicas con el fin de brindarles herramientas a los distintos entes que conforman la Plataforma del Libro para mejorar sus relaciones interpersonales y, lo más importante, consigo mismo. Y fueron esos talleres tan enriquecedores, que los participantes quedaron con más ganas de recibir más. En cada aspecto de mi vida, el saber qué quiero y qué puedo dar, el establecer mis límites, cómo es mi observador y el de los demás, y activar mi escucha han sido herramientas poderosas que me han permitido expandir mi círculo de amistades, mejorar mi desempeño laboral y abrir nuevos caminos o posibilidades en el ámbito laboral, ya no solo en el área de corrección, ahora es el mundo de la facilitación y más adelante podré estar en el ámbito del diseño y diagramación. He ahí mi transformación, siempre en constante aprendizaje y expansión, y en amor.

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