Aunque Edmundo Aray nació en Venezuela, en Maracay para ser más precisos, su vida y obra son testimonio de su talante verdaderamente latinoamericano . Hizo sus primeros estudios en el Colegio La Salle y estudió Economía en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Sin embargo los oficios de Aray, esos que le permitieron crear una extensa obra, no los desempeñó en el área económica. En cambio el mundo de las artes, como poeta, cineasta, narrador y ensayista, fue el terreno en el que podemos encontrar vertida su alma.
Primero las letras.
La mayor parte de su obra literaria fue en el género de la poesía, quien lo conoció personalmente sabe que Aray tenía una facilidad innata para afrontar cualquier circunstancia con la poesía, allí donde exploró temas míticos-religiosos, políticos-sociales y una lírica intimista y evocativa.
Fue integrante de los grupos literarios Sardio (1958-62) y El techo de la ballena (1963-68) -siendo uno de sus fundadores- donde compartió, debatió y construyó parte de la historia literaria venezolana con destacados escritores como Juan Calzadilla, Caupoulicán Ovalles, Adriano González León, Guillermo Sucre, Elisa Lerner, Salvador Garmendia y Ramón Palomares, entre otros. Finalmente en 1957 publica su primer poemario La hija de Raghú.
Aray además de ser un prolífico escritor siempre creyó en la importancia de los espacios propicios para toda actividad creativa, eso lo impulsó a ser el artífice de publicaciones como Rocinante (1969-78), en la que además afianzó su compromiso político al seguir una línea editorial revolucionaria y socialista siempre consecuente con la lucha por la justicia social en todo el continente.
Luego el cine.
Edmundo Aray consiguió en el cine otra pasión inagotable, eso le llevó irremediablemente a ser un cineasta en el más estricto sentido de la palabra; no sólo escribió y dirigió películas en diversos géneros, siendo el documental uno de los que más cultivó, sino que también fue impulsor de iniciativas importantes en la construcción de alternativas a la hegemonía de Hollywood y sus fórmulas en ese medio de masas.
Ya en el año 1967, junto a un grupo importante de cineastas latinoamericanos, entre los que se encontraban el argentino Fernando Birri, el chileno Miguel Littin y el brasileño Nelson Pereira Dos Santos, fundaría el Comité de Cineastas de América Latina entidad que resultó ser de una fundamental importancia por su carácter catalizador en el cine de los países del continente, prueba de ello es la creación de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano en el año 1985, un ente cultural sin ánimo de lucro cuyo principal propósito es el de contribuir al desarrollo e integración del cine latinoamericano y la concreción de una visión audiovisual común. Una de las iniciativas más destacadas de la fundación fue delinear la arquitectura de un organismo que sirviera de base al desarrollo institucional y cimiento de la Escuela Internacional de Cine y Televisión ‘San Antonio de los Baños’, institución de la que Aray fue director por dos años.
La obra cinematográfica de Aray le hizo merecedor de importantes reconocimientos en su natal Venezuela, obtuvo los premios Mejor Película y Mejor Guion del Concejo del Municipio Libertador (1994); Premio Nacional de Cinematografía, CONAC; Premio Nacional de Cine Monseñor Pellín (1991 y 1994); Personaje del Año en Cine; y la Orden Francisco de Miranda en 2da. Clase (2018).
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Obras de Edmundo Aray publicadas por nuestra editorial:
Laberinto de amor (2008)
Veinte poemas made in Usa y una canción esperanzada (2011)
Bolívar, el martirio de la gloria (2013)
Tierra Roja, Tierra Negra (2013)
Sube para bajar (2015)
Mi amado Martí (2016)