Por Oswaldo Antonio González

Con la transparencia, la frontalidad y la sinceridad que definen a un luchador social que desde edad temprana resolvió estar siempre a favor de los oprimidos del mundo, José Ramón Blasco Graterol o, mejor dicho, Guameño, como es conocido por los más sencillos, por unos instantes detiene su transitar por los dificultosos caminos de la lucha de clases para ofrecernos una serie de escritos que, a lo largo de estos años de Revolución Bolivariana, le han servido para escudriñar lo andado y para recoger la voz honda de un país que se empeña en fundar un proceso revolucionario en medio de las dificultades propias de un ciclo de cambios estructurales, más los escollos que han sido puestos, a modo de trampas, por quienes, dentro y fuera, se niegan a aceptar que los pueblos son dueños de sus destinos.

La Fundación Editorial El perro y la rana desarrolla una labor importante cuando sirve de puente conector entre los autores que, a decir del Cantor del pueblo, Alí Primera, lanzan su “palabra contra quién sea, de una vez” y los lectores que, desde la trinchera de la cotidianidad y la lucha del día a día, por diversas razones, no han encontrado la vía para decir lo que piensan, lo que sienten, lo que creen. Tal es el caso del libro Oigamos la voz del pueblo, escrito en plena calle, con urgencia, desde el fragor de la revolución que se construye en el barrio, por Guameño. No se trata, simplemente, de un reclamo o una reprimenda, mucho menos una antojadiza crítica a alguien en particular. Se trata de una esperanza, la misma de mucha otra gente a quienes les preocupa, dentro y fuera del proceso revolucionario, una tendencia, bastante evidenciada en algunos niveles de nuestra gestión de gobierno, a ejercer las funciones y la prestación del servicio público un tanto divorciados de la participación protagónica del pueblo.

Con honda preocupación y con total honestidad por saber la trascendencia de lo que está en juego y lo crucial que resulta no perder esta oportunidad histórica, el autor propone un conjunto de críticas y propuestas para la discusión por parte de las bases populares y para la toma de decisiones que permitan corregir el rumbo de quienes ocupan cargos estratégicos. Con la mirada limpia de quien ha dedicado su vida a construir fuerza social para edificar la Patria nueva socialista, reivindica la validez de la autocrítica como herramienta para subsanar las fallas recogidas en las trincheras donde se libran las batallas a cada hora, en cada espacio.

La palabra urgente del Guameño, ardida de fervor por la verdad y la justicia, aparentemente encontrada al acaso por su sencillez y limpieza de eufemismos pero buscada con lealtad entre una amplia reserva de conocimientos concretos y claridades prácticas, se apertrecha entre estos textos que, desprovistos de veleidades intelectualoides y tapujos acomodaticios, se estarán presentando el día miércoles 14 de noviembre de 2018 en Librería del Sur Orlando Araujo, a las 2 p.m., en el marco de la 14.a Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven).

José Ramón Blasco Graterol, conocido por las comunidades como Guameño, pues nació en Guama, estado Yaracuy, un 2 de julio de 1947, ha estado comprometido desde su juventud con la vía socialista para la construcción de una sociedad justa y con igualdad de oportunidades para todos, ha acompañado las luchas populares en las calles, las fábricas, lo que le ha valido persecuciones y cárcel. Con la autoridad moral de quien, respondiendo al llamado temprano de Hugo Chávez, ha puesto su liderazgo, construido a punta de un compromiso comprobado en el fuego de las luchas, a favor de la Revolución Bolivariana nace este llamado a dar el justo valor a la participación protagónica del pueblo, participación que sigue siendo el único recurso valedero para acabar con el divorcio que aún perdura “entre el que piensa y el que hace”’. Hoy más que nunca se hace urgente la exhortación de Guameño: “¡Oigamos la voz del pueblo!”

 

 

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