Entra como si fuera un hombre a caballo
y pasa por el zaguán
sacudiéndose la tormenta.
Una forma de ser
Ramón Palomares
El pasado domingo 7 de mayo se celebraron ochenta y dos años del nacimiento de ese maestro de la palabra que fue en vida Ramón Palomares. Conocido por todos como un hombre amable y humilde, lo recordamos por su poesía, llena de referencias y descripciones que recrean sus afectos familiares y el paisaje natural de su tierra natal. Queremos en estos momentos no solo hacer memoria de él y su legado poético, sino que su recuerdo y el de su obra sirvan de escudo y ejemplo contra tanta violencia e irracionalidad que nos rodea; que su voz, que era la voz de muchos, llena de amor y ternura, se exprese en nosotros con más gusto en la solidaridad y el compromiso.
Estas palabras deben ser entendidas como antítesis a los que se empeñan en regar esterilidad sobre el suelo de la patria. Augusto Mijares se refiere a estas personas como “Narcisos por la autocomplicación egoísta”, que “cuando hablan de que todos los venezolanos somos ingratos o corrompidos o frívolos, solo les interesa ponerse a sí mismos como paradigmas de las virtudes opuestas”. Mijares continúa su exposición entretejiendo nuestra historia con el desempeño de nuestros viejos líderes políticos, responsables de la promoción del desprecio endógeno que muchas veces seguimos esgrimiendo:
… la anarquía y el despotismo, crueldades, mentiras y prevaricaciones ocuparon el primer plano de nuestra vida pública. Aquel contraste y esta realidad alucinante fueron para nuestros padres sufrimiento de todos los días; no es extraño, pues, que se los tomara como la realidad única y fundamental de la patria. Pero la verdad es que, aun en los peores momentos de nuestras crisis políticas, no se perdieron totalmente aquellos propósitos de honradez, abnegación, decoro ciudadano y sincero anhelo de trabajar para la patria. Aun en las épocas más funestas puede observarse cómo en el fondo del negro cuadro aparecen, bien en forma de rebeldía, bien convertidas en silencioso y empecinado trabajo, aquellas virtudes (…) siempre un mártir, un héroe o un pensador iluminan el fondo y dejan para la posteridad su testimonio de bondad, de desinterés y de justicia.
Al igual que Augusto Mijares, desde la Fundación Editorial El perro y la rana nos oponemos a esa imagen, que más que caricaturesca, es una deformación de nuestra idiosincrasia nacional. Por eso, estamos entregados a la promisión de nuestros autores como legado de lo afirmativo venezolano, y este mes le corresponde a Ramón Palomares. Como su obra, el mes de mayo es de gestación para los árboles de nuestro espectro nacional que reverdecen y florean todo el panorama, por todos los rincones del país.
Tomemos el ejemplo de Palomares quien era fiel e íntegro. Esto quiere decir que actuaba de acuerdo a lo que profesaba, ese amor por sus semejantes y por lo nuestro, por lo que es propio de nuestro sentir. Levantemos la mirada al horizonte, en cualquier región del país para que caigamos en cuenta de que hay un mundo maravilloso, de ricos aromas y vivos colores. Que el recuerdo de nuestros seres más queridos se mantiene en nosotros enraizado en nuestro corazón, que es un sol radiante que disipa todas las sombras y nos permite avanzar sin miedo porque estamos no solo resueltos y seguros, claros de que nuestros pasos son por el avance y beneficio de esta gran comunidad que es nuestra linda Venezuela.
Consideremos que cuando Chávez estaba de cuerpo presente con nosotros, toda la región latinoamericana despertó en un movimiento que dinamizó el globo. De esa misma manera, si decaemos perdemos la fuerza que nos impulsa. Ahora que nuestros maestros nos han ido dejando, por un llamado natural de la vida, es momento de asumir plenamente la responsabilidad y encarnar la antorcha. Que cada uno de nosotros haga su revolución personal, y juntos la revolución necesaria que nos permita seguir alumbrando la Patria y Nuestra América.
Ramón Palomares fue el hombre del lenguaje llano, además de su característica sencillez, lo cual lo destacó como uno de los grandes de la patria; uno de esos héroes civiles que luchó con el filo de su verbo. De manera que esta celebración natalicia sirva de excusa para destacar su legado, no solo en sus poemas, sino en su actuar sobre esta tierra, digno ejemplo para seguir. Que desde el cielo nos ilumine y sirva de guía en la noche de los tiempos, como una más de esas perlas que brillan en el firmamento.
(T/ de Juan Carlos Torres, editor de la FEEPR)