(Yaracuy, 1935-Aragua, 2009)
Compositor, músico y poeta. Desde niño mostró su afición por la música, ayudado por su madre en la canción y la poesía, en 1957. A sus 20 años empezó a poner en práctica su capacidad de invención, y comenzó a escribir temas con letra y música de su propia cosecha.
Otilio Galíndez trabajó como corrector de textos para reconocidos economistas y otros profesionales, y comienza a leer desde Marcial Lafuente, historias de vaqueros hasta Cervantes y Kafka.
Se codeó con destacados músicos como Antonio Estévez, Inocente Carreño y Modesta Bor, y organizó junto con amigos un grupo de parrandas al que llamaron “Los Piratas”, iniciativa que dio origen a las primeras producciones navideñas. Su primera canción fue La Restinga, también compuso valses venezolanos, serenatas, bambucos y joropos como “Pueblos Tristes”, “Flor de Mayo”, “Mi Tripón (Canción de cuna)”, “Caramba”, etc.
Dos poetas cantan la patria
“La poesía es una actitud y como tal puede ser cultivada, no solamente como escritura. La escritura está estrechamente vinculada con la poesía, pero no es la poesía. Lo fundamental está en vivir interiormente, en abrirse hacia la vida, en darse a ella cuanto sea posible y disfrutarla más al escribirla, de acuerdo a cuanto le sea propio a sus facultades expresivas. Situación culminante para una persona, tener el espejo en que se pueda mirar a lo más profundo, cuando ha escrito algo referido a su dolor, a su entusiasmo, a su alegría, a su amor, y lo hace suyo y de todos. Poesía para todo, en unos trazos sobre una pequeña hoja de papel. Y no es que un poeta vaya a enseñar a ser poetas a los demás. Pero es necesario despertar la sensibilidad y decir cuán importante es esa sensibilidad, hay que ayudarla a nacer y a fortalecerse. La poesía es un patrimonio de todos, es un golpe en el aire igual que un trazo escrito; esencialmente es un estímulo profundo para una relación más hermosa con la vida.”
Ramón Palomares
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