En 1898, con solo 27 años de edad, Cabrera Malo publica Mimí, una obra que muchos consideran semilla de novela, caldeada de ánimos y fogosidad juvenil; pero nadie niega el trabajo y capacidad del autor, la maestría en el uso del lenguaje, del juego poético, del antiguo arte declamatorio o sofístico. Notaremos aquí la remembranza de los poetas clásicos, y a la vez, un rescate o un retrato de la vida y de la naturaleza de los llanos venezolanos.

 

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