Por: Lenin Brea

Más de quinientos años han pasado desde que unos hombres barbados y a caballo, alzando cruces, repartiendo espadazos, llegaron en sus naves a los territorios de América. En la búsqueda de dominios y riquezas se encontraron con la resistencia de los pueblos que habitaban desde las costas hasta las alturas de nuestras montañas. A estos les ofrecieron una elección dudosa: exterminio o sometimiento. En el proceso de conquista impusieron las autoridades políticas, la forma de explotación económica y las deidades de los recién llegado. Las culturas originarias se vieron avasalladas y sus dioses exiliados.

Doscientos años después los descendientes de la mezcla violenta entre conquistadores y conquistados, incluidos los esclavos negros que los civilizadores europeos habían traído desde el continente africano, se rebelaron contra los conquistadores. Se dieron así los primeros pasos para nuestra independencia.

No obstante, para los habitantes de América, el logro de la independencia suponía responder a una difícil pregunta: ¿Qué y quiénes somos? Destacados americanos, comenzando por el Libertador Simón Bolívar, han tratado por uno y mil medios de responder a la pregunta. Así desde la filosofía y el pensamiento crítico se han ensayado varias respuestas, como las que ofrecen José Manuel Briceño Guerrero y Ludovico Silva.

Dioses en exilio, representaciones y prácticas simbólicas en la cordillera de Mérida, de Jacqueline Clarac de Briceño, ofrece una respuesta singular a la cuestión planteada porque está articulada desde las ciencias sociales y en particular desde la antropología. Se trata del segundo tomo de una trilogía, cuyo propósito, en palabras de su autora, es “ahondar en el conocimiento de la sociedad indígena andina y sus transformaciones culturales, sociales, económicas y políticas, desde el principio de la colonización”. En particular La cultura campesina en los Andes venezolanos (primer libro de la trilogía) describe el modo de vida de la población de la cordillera andina. Dioses en exilio reconstruye la estrategia utilizada por la población chibcha-arahuaca en la cordillera de Mérida a fin de lograr adaptarse a los nuevos dioses aportados por los extranjeros. Descubre que las influencias de los dioses (andinos y africanos) exiliados subsisten bajo la imposición de la religión católica, e inclusive con más fuerza en las creencias y prácticas mágico-religiosas que tienen su centro en los “mojanes” (sacerdotes-médicos-hechiceros); con lo cual aporta al conocimiento de nuestra identidad. Por último, La persistencia de los dioses constituye un estudio etnohistórico que sustenta las hipótesis y conclusiones de los estudios antropológicos anteriores a partir de diversos documentos históricos.

La profesora Jacqueline Clarac es considerada precursora de las “Antropologías del Sur”, comprometidas con la descolonización intelectual y el avance hacia una nueva sociedad, además de ser una de las antropólogas más prominentes del país, la cual ha dedicado su vida al estudio y rescate de la memoria histórica de los Andes venezolanos, haciéndole honor al compromiso que un intelectual debe tener con el pueblo al que pertenece, vinculada a la práctica más allá de la teoría, lo cual se expresa en el impulso y fundación de la maestría en Etnología y el doctorado en Antropología de la Universidad de Los Andes, de su museo arqueológico y de diferentes parques arqueológicos comunitarios.

En el marco de la celebración de su doceavo aniversario la Fundación Editorial El perro y la rana relanza Dioses en exilio en versión digital y con licencia CreativeCommonsVenezuela con la intención de contribuir al conocimiento de nuestra identidad y de este celebrar lo que somos y estamos en proceso de ser. La trilogía completa está disponible en www.elperroylarana.gob.ve.

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