El amor ferviente entre Manuela y Simón se volvió palabra, verso e inspiración por eso El perro y la rana lleva adelante una nueva edición de las cartas, diarios y documentos de dos amantes eternamente enamorados que lucharon fervientemente por sus ideales y plasmaron su pasión en estas cartas que sirven como testimonio un amor inmortal que a pesar de los tiempos tan hostiles en el que le tocó florecer fueron eternamente fieles a los mandamientos de sus corazones.

Estamos sumergidos en la era digital. El no tener contacto es casi imposible. Por los teléfonos y las redes sociales puedes comunicarte en cualquier rincón del mundo de manera instantánea. Imaginar un amor por correspondencia y alejados de extremo a extremo resulta difícil en estos tiempos pero inmediatamente nos preguntamos: ¿Cómo hubiese sido el amor entre Manuela y Simón en la actualidad digital?

Bueno, tu pregunta me recuerda aquella frase de que si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta, je je… Podría empezar lanzando una afirmación un tanto polémica: creo que la profusión y la inmediatez de la comunicación 2.0 más bien se ha convertido en causa de la mala calidad de las relaciones personales. Una cosa como el Twitter es una invitación a la falta de profundidad, a la descarga emocional sin medir las consecuencias y ni hablar de los horrores de redacción… Claro, imagino que en manos de seres como Simón, Manuela y tantos y tantas, esos elementos hubiesen sido instrumentos de gran utilidad… Pero nada como sentarse en el silencio del patio solariego a escribir una larga y bien redactada carta, escrita con pluma de ganso y tinta china.

Lo más hermoso de estas Cartas es que fueron escritas por dos amantes que se desnudaron el alma y que jamás se imaginaron que serían leídos. Su amor se inmortalizó con versos aún después de la muerte. Sin embargo, hay secretos políticos en ellas, muy peligrosos para el momento independentista y por eso: ¿Qué motivó el resguardo de las cartas aun teniendo éstas secretos de guerra?

Manuela fue una mujer muy astuta, con una visión aguda de las circunstancias. No sé, dicen que sus criadas, que ella nunca trató como tales sino como amigas y cómplices, tenían conocimientos. Me refiero a sabiduría ancestral… Lo cierto es que la gran intuición de Manuela y su olfato político la llevó a ganarse a pulso su lugar como custodia de la correspondencia privada de El Libertador. Por eso es que la diligencia con la que actuaron las autoridades peruanas de la época cuando quemaron todas sus pertenencias, incluyendo sus invaluables archivos, a raíz de su muerte por difteria, es muy sospechosa. Si con lo que pudo salvarse hay suficientes indicios para acusar a Santander no solo de asesino y traidor sino también de cobarde, imagínate qué no habría en lo que el fuego se llevó para siempre. Por otra parte, y de acuerdo a esa tesis que no acaba de desaparecer según la cual Bolívar no era un hombre con pelos en las que te conté sino una especie de arcángel celestial que solo se dedicó a pelear por la libertad con su espada de fuego y casi que se mantuvo célibe desde que quedó viudo, una apasionada correspondencia como esa, llena de detalles de su intimidad, no era conveniente que saliera a la luz pública. Manuela sigue siendo una mujer incómoda para algunos moralistas. Una de las razones para ello es precisamente el hecho de que haya resguardado estas cartas como tesoros y que gracias a ellas hayamos podido conocer a un Bolívar humano, de carne y hueso.

Es inevitable leer estas líneas de amor y no suspirar pero también genera cierta tristeza al saber el final que tuvieron, alejados uno del otro y pensamos: ¿Existía una posibilidad de que el amor entre Manuela y Simón tuviera un final “feliz”?

Preguntarse eso es como preguntarse si nuestros pueblos algún día serán felices, si alcanzarán el apogeo que tanto se merecen, libres al fin de tantos traidores. Yo te confieso que más de una vez se me salieron las lágrimas al leer estas cartas y al investigar las condiciones, lo que estaba pasando mientras se escribían. A ver, ¿qué significa ser feliz? Yo creo que cuando Manuela iba atravesando los fríos y desolados paramos andinos para pelear al lado de su hombre, era feliz… Y puedo imaginarme la cara de felicidad de Simón al verla llegar a Bogotá cuando ya la amenaza de la traición y la muerte se asomaba en su horizonte.  Yo creo que aún en medio del olvido y la miseria de su terrible exilio en el puerto de Paita, Manuela era feliz recordando a su amor y sabiendo que nunca lo traicionó ni se traicionó a sí misma… Creo que fueron felices como solo dos seres trágicos, en el sentido nietzscheano, pudieron ser.

Después de leer este libro es imposible para el lector no replantearse el concepto del amor y más en estos tiempos tan hostiles donde parece que no importan los sentimientos pero también sirven para llenarse de esperanza ante tanta insensibilidad. ¿El amor entre Manuela y Simón puede ser inspiración de perseverancia y constancia en la actualidad?

Al editar la presente versión de Las más hermosas cartas entre Manuela Y Simón… pensamos sobre todo en la gente joven, los llamados Millennials. Ojalá que encontrarse con este amor que desafió inmensas dificultades los ayude a valorar un sentimiento que va más allá de pasar de una cama a la otra. Algo importante de resaltar es que aunque Manuela amaba con su alma a Bolívar no por eso dejaba de decirle lo que pensaba con toda claridad. No olvidemos que en aquella época, y todavía, lamentablemente, aún quedan muchos vestigios de eso, se suponía que la mujer debía callar y decir “amén” a lo que dijera el hombre. Pues Manuela entendió que la sumisión no es amor y no es honestidad. Y Bolívar, hay que reconocerlo, supo comprender que en ella tenía una amiga sincera, no solo una amante fugaz, una excepcional mujer que no mezclaba los asuntos de sábanas con los temas de estado.

Muy poco se habla de la compañera de armas y sentimental de Bolívar. ¿Qué objetivo tiene borrar a Manuela de la historia?

Cuando uno ve las circunstancias de la vida de Manuela Sáenz, y ni hablar de las de su muerte, prácticamente en la indigencia, uno no puede evitar sentir miedo de esa otra América llena de rencores, esa América que oculta su cara pero que tiene brazos largos para cobrarle con saña a quienes se atreven a ser libres, a ser auténticos. Esa América que engendró también, y eso no debe olvidarse, a seres como Santander, como los asesinos de Sucre. Como sobreviviente del movimiento punk debo confesar que amo a Manuela, que me hubiese encantado conocerla, que la siento como una contemporánea. ¡Son tantas las anécdotas que hablan de una mujer libertaria y alejada de toda falsa moral! ¿Cómo no la van a odiar los buitres de la doble cara, los sepulcros blanqueados, los fariseos de ayer y hoy? A Manuelita le cobraron bien caro, sin piedad, su atrevimiento. Ni después de muerta la dejan descansar. Por eso es que es tan importante conocerla y reivindicarla, sobre todo los jóvenes. Ella es como la mujer que va con las tetas al aire en el cuadro de Delacroix: La libertad guiando al pueblo.

¿Cómo fue el proceso de edición del libro?

No he de negarte que fue un poco atemorizante cuando recibí la instrucción de editar este clásico de la literatura histórica. Es una responsabilidad muy grande pues no solo estamos hablando de un patrimonio latinoamericano, estamos hablando, nada más y nada menos, que de la intimidad, de los sentimientos de dos gigantes de la humanidad, sin exageraciones. Se nos pidió prisa, pero como nos planteamos desde un comienzo que el lector destino era el joven, consideramos importante reforzar todo lo que sirviera para ayudarlos a comprender la gigantesca dimensión de ese amor, sobre todo porque sabemos que nuestra formación en historia no es la más idónea. Entonces, no era solo volver a publicar la cartas, era, sobre todo, contextualizarlas, darles sentido, proyectarlas hacia el actual milenio. Y ahí es cuando cobra importancia el trabajo editorial ya que acompaña al lector en su encuentro con el libro. Así que es fundamental un buen trabajo de investigación y luego saber dar las dosis adecuadas de información porque el protagonista es, obvio, el autor, en este caso los autores, no el editor. Es digno de resaltar el trabajo del ilustrador, el maestro Raúl Ávila, quien, a pesar de vivir en Margarita, por lo que la comunicación no era directa, supo entender de inmediato lo que queríamos hacer con Las Cartas… y el trabajo de Mónica Piscitelli en el diseño de la portada y la diagramación y de Niki Herrera en el diseño de la infografía y del desplegable. Y claro, las correcciones de Zoraida Coello y Yessica la Cruz.

¿Qué podrá encontrar el público lector en este maravilloso libro?

Guao, pues de todo un poco como en botica, diría mi abuela. En primer lugar, el testimonio de un amor que supo vencer las adversidades. Estamos hablando de un amor en medio de una guerra salvaje, con enemigos ocultos y traidores, y en medio de una moralidad que apenas pocos años antes contaba con la Inquisición para imponer sus rígidos valores. Un amor que fue, y es todavía, todo un escándalo para quienes no creen que la libertad es un valor absoluto; que fue y es toda una lección de autenticidad y valentía. Creo que un mérito importante es el haber saldado, espero que con mucha imparcialidad y respeto, la polémica de la veracidad de los famosos Diarios de Quito y de Paita. Se incluyeron porque, independientemente de la discusión, por lo demás siempre útil, entre los estudiosos, los Diarios forman ya parte de la tradición y del imaginario que en torno a la Libertadora se va formando. El mismísimo Diego Rísquez, a quien nadie podrá acusar de “oficialista”, se inspiró en ellos para reconstruir muchos pasajes de la vida de Manuela, sobre todo sus últimos años. Un valor inestimable tienen las ilustraciones de un gran maestro argentino-venezolano como lo es Raúl Ávila. De verdad que sus imágenes son de lujo, realizadas con gran maestría y pensando en el público joven, para lo cual se basó en ese movimiento cultural y gráfico llamado Steampunk. Te aseguro que a muchos chamos lo primero que los atrapará serán las ilustraciones del maestro Ávila. Además, agregaría que hicimos un gran esfuerzo por darle un buen soporte a los estudiosos de las cartas. Se revisaron algunos detallitos de ediciones anteriores. La nuestra tiene abundantes notas que ponen al lector en contexto sobre las circunstancias históricas, la dimensión geográfica, la biografía de los personajes involucrados- Por último, tiene un valor agregado de suma importancia como lo es la inclusión de dos infografías especialmente hechas para nuestra versión como lo son una cronología comparada de la vidas de Bolívar y Sáenz y un mapa de lo que era Colombia, la grande, para la época. Puedo afirmar que como editor y como integrante de la familia Perro y Rana, me siento muy orgulloso y feliz por la labor hecha. Fue un trabajo colectivo con un gran resultado. Capaz que estemos hablando de la mejor edición hasta ahora de Las Cartas. Así de simple…

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