En el mágico pueblo de Escuque, cuna del afamado escritor Ramón Palomares, se llevó a cabo el cierre de la séptima edición de la Bienal Nacional de Literatura Ramón Palomares, que se desarrolló en tres municipios del estado Trujillo (Boconó, Valera y Trujillo), del 26 al 29 de octubre. Entre poemas, música y canciones, fue celebrada la vida y obra del fallecido escritor y poeta, cuyo trabajo quedará para la posteridad en la historia de la literatura venezolana y del mundo, legando a la humanidad una obra de profundo sentimiento latinoamericano, real, audaz y nuestra.
En esta oportunidad, la Fundación Editorial Escuela El perro y la rana, acompañó la Bienal con la realización del libro-taller “Pájaros, montañas y nubes”, título alusivo a la poesía de Palomares, siempre entrañable a sus raíces andinas y a su conexión con la naturaleza.
De esta manera, la realización del libro-taller formó parte de las actividades de cierre de la fiesta poética, durante los días 28 y 29 del mes de octubre; el objetivo del taller fue promocionar la lectura y escritura de cuentos inspirados en la obra de Palomares, dichos cuentos formarán parte de un pequeño libro, que se publicará en versiones digital e impresa, conformado por los escritos de los noveles autores.
El taller estuvo dirigido a niñas y niños en edades comprendidas entre los 6 y 12 años, sin embargo, la edad no fue limitante para que entusiastas jóvenes, deseosos de aprender sobre el mundo editorial se acercaran y participaran del mismo. Como fue el caso de una joven de 17 años estudiante de Diseño Gráfico y ávida lectora, que participó en la actividad motivada por el impulso de escribir y conocer el proceso de realización de un libro.
Esta actividad estuvo a cargo de Arturo Mariño, ilustrador, cuentista y músico, cuya empatía con los más pequeños hizo de la actividad un sinfín de emociones, en conjunto con la colaboración de Niyireé Baptista, educadora, responsable de la unidad de Formación de la FEEPR. Así , el sábado 28 de octubre, en horas de la mañana, se inició la actividad en la Casa Cultural del pueblo escuqueño, con la participación de 15 niñas y niños, provenientes de diferentes sectores del pueblo de Escuque, quienes desarrollaron a través de diversas actividades lúdicas cuentos y relatos relacionados con la poesía de Palomares. Esta jornada finalizó al ritmo de un cuatro que desembocó un centenar de sonrisas entre las y los asistentes. “A Ramón le encantaban los niños”, expresó la señora María Eugenia Chávez, esposa del escritor.
El domingo 29, día del cierre de la Bienal y del taller, la actividad se realizó en la casa natal del poeta, en compañía de su esposa María Eugenia Chávez, los poetas Hugo Sánchez, Blas Perozo Naveda y de poetas jóvenes visiblemente conmovidos con la poesía del “Viejo Lobo”. Ese día, entre el árbol del floripón (preferido del poeta), la neblina escuqueña y un aguacero torrencial, Palomares se hacía presente. Como si se tratase de una reunión familiar, las niñas y niños tomaron gurapete, comieron galletas y compartieron juegos y bromas, “¿Cuándo saldrá nuestro libro?”, era una de las preguntas frecuentes de los disciplinados escritores, cuyos relatos versaban sobre la naturaleza, los Andes, el páramo y su cotidianidad; acompañados de dibujos de árboles, montañas y flores. Ese día, Arturo Mariño realizó una presentación de cuentacuentos que hizo vibrar de risa a la audiencia infantil y adulta del pequeño pasillo de la casa de Palomares y, al finalizar el taller, les regaló a cada niña y niño un instrumento musical elaborado con materiales de reciclaje: vasos y pitillos, con los cuales llenaron todos los rincones de ensordecedores ruidos que animaron y desprendieron carcajadas de grandes y pequeños.
Jesús, de 9 años, comentó: “Me encantó el taller, mi parte favorita fue hacer el cuento”, mientras tocaba afanosamente la guitarra del poeta y cantor Hugo Sánchez; por otra parte, Dariannys, de 11 años, indicó: “Me gusta mucho leer y escribir, me encantó el taller y los instrumentos musicales”; la pequeña María de 6 años dijo: “Mi parte favorita fue dibujar, realicé un árbol y una flor de campana (refiriéndose al floripón)”; por su parte Luis Andrés, de 8 años, contó que su cuento era sobre la naturaleza y que se había divertido muchísimo en el taller, todo esto mientras tocaba insistentemente el rudimentario furruco realizado con material reciclable. Seguidamente, las y los niños se fueron contentos tocando el pito realizado con pitillios en medio de una gran algarabía y después de una divertidísima sesión de fotos en el recientemente inaugurado mural dedicado a Palomares del destacado muralista Pablo Kalaka.
Para el cierre de la Bienal, las y los poetas en la pequeña casita de bahareque y patio grande, llena de flores como le gustaba a Palomares, se congregaron al son de la guitarra de Hugo, recitaron poesía, mientras se le recordaba feliz divagando entre las montañas de su querido Escuque, su esposa María Eugenia visiblemente conmovida dejó escapar unas lágrimas y contaba anécdotas del escritor, esa mañana todos coincidieron en que la neblina que los arropaba era Ramón diciendo presente desde otros espacios donde seguramente seguía creando poesía.
T/ Niyireé S. Baptista S./ Prensa/ FEPR