Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

esta muerte que nos acompaña

de día y de noche, insomne,

sorda, como un viejo remordimiento

o un vicio absurdo. Tus ojos

serán una palabra vana,

un grito acallado, un silencio.

Así cada mañana los ves

cuando sola te contemplas

en el espejo. Oh esperanza querida,

un día sabremos también

que son la vida y que no son nada.

Tiene la muerte una mirada para todos.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Será como renunciar a una mala costumbre

como mirar en el espejo

aparecer un rostro muerto,

como escuchar unos labios ya cerrados.

Descenderemos mudos al abismo.

 

Alter Ego

Desde la mañana al ocaso, yo veía el tatuaje

en su pecho sedoso: una mujer rojiza

incrustada, como en un prado, entre el pelo. Allí

debajo

brama a veces un tumulto que sobresalta a la mujer.

Transcurría el día entre blasfemias y silencios.

Si la mujer no fuese un tatuaje y estuviese viva

y aferrada a su pecho peludo, ese hombre

bramaría aún fuerte en su pequeña celda.

 

Callaba, tendido en el lecho, con los ojos abiertos.

Un profundo hálito de mar ascendía

de su cuerpo de huesos grandes y recios: estaba

tendido

al igual que en cubierta. Pesaba sobre el lecho

como quien ha despertado y podría saltar de él.

Su cuerpo, salado por la espuma, chorreaba

un sudor solar. La pequeña celda

era insuficiente para el alcance de una mirada suya.

Al verle las manos, se pensaba en la mujer.

 

Creación

Estoy vivo y he sorprendido las estrellas en el alba.

Mi compañera continúa durmiendo y lo ignora.

Mis compañeros duermen todos. La clara jornada

se me revela más limpia que los rostros aletargados.

 

A distancia, pasa un viejo, camino del trabajo

o a gozar la mañana. No somos distintos,

idéntica claridad respiramos los dos

y fumamos tranquilos para engañar el hambre.

También el cuerpo del viejo debería ser sano

y vibrante -ante la mañana, debería estar desnudo.

 

Esta mañana la vida se desliza por el agua

y el sol: alrededor está el fulgor del agua

siempre joven; los cuerpos de todos quedarán al

descubierto.

Estarán el sol radiante y la rudeza del mar abierto

y la tosca fatiga que debilita bajo el sol,

y la inmovilidad. Estará la compañera

-un secreto de cuerpos. Cada cual hará sentir su

voz.

No hay voz que quiebre el silencio del agua

bajo el alba. Y ni siquiera nada que se estremezca

bajo el cielo. Sólo una tibieza que diluye las estrellas.

Estremece sentir la mañana que vibre,

virgen, como si nadie estuviese despierto.

 

Mañana

La ventana entornada recuadra un rostro

sobre el campo del mar. Los lindos cabellos

acompañan el tierno ritmo del mar.

 

No hay recuerdos en este rostro.

Sólo una sombra huidiza, como de nubes.

La sombra es húmeda y dulce como la arena

de una intacta caverna, bajo el crepúsculo.

No hay recuerdos. Sólo un susurro

que es la voz del mar convertida en recuerdo.

 

En el crepúsculo, el agua mullida del alba,

que se impregna de luz, alumbra el rostro.

Cada día es un milagro intemporal,

bajo el sol: lo impregnan una luz salobre

y un sabor a vívido marisco.

 

No existe recuerdo en este rostro.

No hay palabra que lo contenga

o vincule con cosas pasadas. Ayer,

se desvaneció de la angosta ventana,

tal como se desvanecerá dentro de poco, sin tristeza

ni humanas palabras, sobre el campo del mar.

 

 

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