Con una sala repleta de lectores,  fue presentado este viernes el poemario Víspera, del escritor, poeta y cronista Federico Ruiz Tirado, en la sede de la Librería del Sur, ubicada en la esquina de Gradillas, frente a la Plaza Bolívar. Acompañaron al autor, William Osuna, poeta y presidente de la Fundación Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, y Jesús Ernesto Parra, editor, escritor y periodista.

La jornada fue un homenaje a la palabra detenida en el tiempo, al paisaje y a la memoria desde la mirada lírica de un hijo que evoca a su padre: un llanero cimarrón, libre, melancólico, pero también firme ante el asombro. Ruiz Tirado, además de compartir fragmentos del poemario, brindó una lectura pausada y sentida de varios de sus textos, que resonaron entre los presentes como una elegía íntima y luminosa.

Jesús Ernesto Parra señaló que Víspera “imprime una lectura potente y telúrica relacionada sobre todo con el universo de lo barinés. Nos vamos a encontrar con el asombro del hombre ante el paisaje en la interpretación de lo venezolano”.

Por su parte, William Osuna destacó que en el poemario “aparecen recuerdos solares, muy poco aparecen las sombras junguianas que no remiten al dolor. Aquí aparecen recuerdos solares que guardan distancia con el sol negro de la melancolía. Esta elegía que hoy presentamos es un libro que habla del hijo del autor. Celebra presencia, aquí todo queda suspendido en el tiempo”.

El propio Federico Ruiz Tirado explicó el sentido profundo del libro con estas palabras: “La víspera en que la noche se va hacia la nada sin decisión de la poesía. Es el rumbo que toma la consumación del tiempo. Víspera deja oír ese desplazamiento”.

Víspera es un poemario de 52 páginas, donde se entretejen la melancolía, el letargo y el amor por la experiencia vivida con el padre. Pero también está presente el asombro, lo indomable, lo que no claudica. Una obra que se instala entre la memoria y el paisaje, como un acto de afirmación poética frente al tiempo que se desvanece.

La presentación, cargada de emoción y belleza literaria, se convirtió en una celebración de la poesía como forma de permanencia.

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