Oración por los artistas
Huir... huir por la vía más cierta y menos dolorosa. Por la vía que nos conduce a la realidad propia y extirpa todas las interferencias de pensamientos ajenos, contradictorios o no con el nuestro. Huir del mundo por la punta de un lápiz... Éxtasis, catarsis, nirvana, irse al carajo, estar de pinga... Otros lo hacen pintando vírgenes o mamarrachos, sacando figuras a golpes de una piedra, moldeando la arcilla como muchacho jugando con tierra, tallando la madera con la muerte de los árboles, ordenando los ruidos del escándalo en forma de melodía... Pero todos huyen buscando su autoencuentro, su ser, su yo, su verdad. Cada loco con su tema. Es su derecho. Es su felicidad. Soñar. Soñar que hacemos algo, aunque ese algo sea nada. Nada en el tiempo. Nada en el todo. Las letras de los papeles serán devoradas por las cucarachas, las piedras esculpidas han de ser borradas por siglos de vientos y aguas, las pinturas serán desvaídas por el sol, las figuras hechas con esmero de los dedos serán destrozadas por la torpeza, las tallas han de ser socavadas en sus entrañas por los comejenes y las melodías retornarán a su desorden primario impuesto por los ruidos de las guerras y del caos. Y los que vienen seguirán repitiendo sus infinitos intentos de arte en sus infinitos intentos de fuga por los siglos de los siglos.
Amén.
1984
Filosofadurías es un libro innovador por ingenioso. Se trata de un pensamiento convertido en experiencia de vida, venido de ella, más que concepto o idea abstracta. Además, hace homenaje a una tradición personificada en Aquiles Nazoa en su poema “El credo un poco histórico”, y como Simón Rodríguez, concibe la idea de desaprender lo aprendido para que volvamos a aprender. Este texto es, pues, una invitación a la deliberación y la sensatez o, como lo dijera el mismo autor: es “una iniciación a que aprendamos a analizar, a discernir, a sopesar”.